El presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, tomó posesión el miércoles para su sexto mandato en una ceremonia que no fue anunciada con antelación, luego de semanas de protestas masivas contra la reelección del autoritario líder que, según activistas de la oposición, estuvo amañada.
La agencia noticiosa estatal Beltra reportó que el acto se celebró en la capital, Minsk, ante la presencia de varios cientos de altos funcionarios del gobierno, legisladores, representantes de medios de comunicación y otras figuras destacadas.
Lukashenko, de 66 años, juró el cargo en bielorruso y con su mano derecha sobre la Constitución. Después, recibió la identificación de presidente de manos del director de la Comisión Electoral Central del país.
“El día de la toma de posesión del cargo de presidente es el día de nuestra victoria, convincente y profética», afirmó Lukashenko durante el acto. “No estábamos únicamente eligiendo al presidente del país, estábamos defendiendo nuestros valores, nuestra vida en paz, soberanía e independencia».
Según los resultados oficiales, Lukashenko, quien ha gobernado la exnación soviética de 9,5 millones de habitantes con puño de hierro, obtuvo el 80% de los votos. Su principal rival, Sviatlana Tsikhanouskaya, sacó el 10%.
Tsikhanouskaya, que está exiliada tras verse obligada a marcharse del país, no ha aceptado el resultado de los comicios del 9 agosto, como tampoco hicieron sus miles de partidarios que pidieron la renuncia de Lukashenko durante más de seis semanas de protestas masivas.
Estados Unidos y la Unión Europea han cuestionado el conteo y criticaron la violenta represión policial de las primeras movilizaciones pacíficas posteriores a la votación.
Las protestas contra Lukashenko agitan el país a diario desde las elecciones, con grandes movilizaciones en Minsk que congregaron a hasta 200.000 personas.
Durante los tres primeros días de movilizaciones, los participantes enfrentaron una brutal represión, con la policía empleando porras y balas de goma para dispersar a la multitud. Varios manifestantes fallecieron y más de 7.000 fueron detenidos.
La hora y el lugar donde Lukashenko asumió el cargo no se hicieron públicas de antemano. Las fuerzas de seguridad bloquearon zonas del centro de Minsk el miércoles en la mañana y el transporte público quedó suspendido.
El grupo de derechos humanos Viasna reportó que varios manifestantes fueron detenidos cerca del Palacio de la Independencia, donde tuvo lugar la ceremonia, mientras mostraban carteles con frases como “El rey está desnudo” y “La victoria (pertenecerá) al pueblo».
Alexander Klaskousky, un analista independiente asentado en Minsk, dijo que el secreto que rodeó al acto ilustró la amenaza que suponen los disturbios para el control que ejerce el presidente sobre el país.
“La inauguración secreta ilustra el nivel de confianza del líder en los resultados oficiales de la elección y en la población. Quienes obtienen oficialmente el 80% de los votos no actúan así», afirmó Klaskousky.
Lukashenko se ha enojado ante las sugerencias de diálogo con la oposición. En respuesta a la indignación internacional, las autoridades bielorrusas pasaron a enjuiciar a activistas de alto perfil y a realizar detenciones masivas, evitando la violencia a gran escala.
Muchos miembros de Consejo de Coordinación, formado por la oposición para presionar para una transición de poder, han sido arrestados u obligados a marcharse del país.
Pavel Latushko, un destacado miembro del Consejo, comparó la toma de posesión con una “reunión de ladrones” y se negó a reconocer a Lukashenko como el presidente de Bielorrusia.
“Para nosotros, los ciudadanos de Bielorrusia, para la comunidad internacional, él no es nadie. Un lamentable error de la historia y una desgracia para el mundo civilizado», afirmó Latushko a través de la app de mensajería Telegram. “Nunca estaremos de acuerdo con la falsificación (de las elecciones) y demandamos una nueva votación. ¡Instamos a todo el mundo a participar en una desobediencia civil indefinida!».