La verdad uno no entiende a la gente cuando acceden a los HECHOS HISTÓRICOS de un país. Sobre todo a los intelectuales estudiosos de la historia, la filosofía y las artes. Cuando hacen alguna consideración de los mismos, para sacar de ellos una enseñanza, ponderar una conducta individual o establecer principios de comportamiento, no dudan de la veracidad de los mismos. Los toman en cuenta a menudo, para exaltar el carácter o ilustrar la rectitud y valentía de un hombre o de un pueblo. Y nadie en su sano juicio como se dice por allí, niega su veracidad por cuanto pesa bastante el nombre y el currículo de quien los presenta, los narra, investiga y recopila. Y si es para lavar el cerebro y el pensamiento de niños, jóvenes y adultos en un país ideologizado, mucho peor
Sin embargo, la diversidad de puntos de vista en el cual caen a menudo los analistas históricos acerca de algún acontecimiento, abre la posibilidad de un debate y cada quien asumirá una postura. En esos casos el fiel lector obvia el análisis que no quiere oír, aparta la opinión que no cuadra con sus convicciones o las descalifica basándose en estudios personales que ha realizado y listo. O simplemente, le asigna una postura ideológica al planteamiento y lo desecha. Con ello, sigue firme y convencido en su creencia personal.
Ejemplo de lo dicho anteriormente es la diatriba surgida con quienes sostienen que España descubrió un Nuevo Mundo. Pero hay quienes exponen, que no hay tal descubrimiento, por cuanto las civilizaciones encontradas tenían existencia propia. Y por ello no se debe hablar de descubrimiento. Y Cada quien forma filas en uno u otro planteamiento con decisión y firmeza.
Lo que no entiendo, es cómo los eventos y acontecimientos históricos que relata la Biblia, los cuales, aun cuando se creen por fe, son hechos históricamente comprobables (y la arqueología se ha convertido en un aliado poderoso de la SANTA BIBLIA), los analistas y la humanidad en general, no los tienen en consideración. La razón, en mi opinión, es haber crecido bajo la influencia de tradiciones religiosas muy poderosas. O de recibir, una avalancha intelectual de concepciones que funcionan como barreras que bloquean en sus mentes las cosas de Dios. O asumen posiciones pragmáticas, que coparon y copan la posibilidad de llegar a los acontecimientos bíblicos. O, prevalecen ideologías políticas ateas sin ningún temor de Dios..
Pero muchos quienes transitamos estudios universitarios en el área de la Historia, con la gracia de Dios, ya hemos roto esas barreras. Y hoy día, nos allegamos a nuestro Señor y ha sido una experiencia maravillosa. Hemos decidido no perdernos de una verdad ejemplarizante, genuina y concreta que no tiene paralelo. Deleitarnos en ella y no dejar escapar una verdadera esperanza, segura, en un mundo sin ella. Por ello, nos identificamos plenamente con el salmista. “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, Y en sus mandamientos se deleita en gran manera. Su descendencia será poderosa en la tierra; La generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre”Sal.112.1-3. ¡Amén!
¡Hasta la semana que viene Dios mediante!
Próximo artículo: La historia y la Biblia…Parte II
Wlliam Amaro Gutiérrez