Año tras año acompañamos a nuestra madre, la Divina Pastora, recorriendo la ciudad, guiados por su luz que irradia paz, armonía, hermandad, tolerancia, respeto, donde millones de personas simplemente se ponen en marcha para ser guiados por los valores cristianos donde la esperanza de un mundo mejor nos convoca a caminarla, acompañados por su presencia, pero pocos nos preguntamos quien era realmente esta mujer, vista a la luz de sus tiempos, lo cual nos la hace especialmente trascendente .
Primero, aunque parezca simple, ello no es así, pues ella tenía una característica personal de género, pues se trata de una mujer, de nombre Maria, condición tal que la obligaba a obedecer a su marido, quien históricamente ejerció su poder como marido sobre esta dama en forma ejemplar, ejemplo de esposo y padre, de nombre José, nacido mas allá de los tiempos, en otra era, donde ser carpintero era entonces una ocupación cónsona con la de un Príncipe de la casa real de David, quien aprendió igualmente su oficio gracias al amor de su padre, que en forma tradicional le enseñó a trabajar con el mas noble de los materiales, la madera.
Dícese que María era muy hermosa físicamente, inigualable madre, ejemplo de su condición femenina y humana, pues querramos o no, podríamos prescindir del hecho que ella era una princesa, formada para la virtudes clásicas en el templo de las vestales, a la luz de sus tiempos, con los conocimientos importantes para algunos rituales religiosos, como de el arte del tejer con los tejidos de su época, así como tenia conocimientos filosofía, además de manejar el hebreo de su época, conocía griego, arameo, idish, que aunado a esas virtudes intelectuales fue ejemplo de amor como esposa, hija, madre de su hijo, siendo la mas universal de las madres que haya tenido la humanidad.
Gracia los Dios los hombres somos diferentes a las mujeres, pues por lo que respecta a nosotros, seguramente jamás hubiéremos parido, teniendo como consecuencia la extinción de la especie humana, mientras que la hembra lleva en sus propias sus delicados órganos cargándolos cómodamente donde los bebes serán delicadamente alojados.
Recibió María otro nombre coloquial como lo es el de Pastora de Almas, que al reflexionar sobre su presencia en nuestra historia, por mas de cien años su presencia nos ha iluminado, llamando a los barquisimetanos a caminarla como lo he hecho desde que era niño, hoy en compañía de mi esposa Astrid, deseando que esa Pastora continúe siendo un bastón de unión de la familia larense que cada 14 de Enero reúne a todos para el logro de un altar colectivo familiar, donde todos nos somos importantes, aportando sobre nuestra fe cristiana, que siempre es importante, bendiciendo a la familia que encuentra en esta fecha otro momento venezolano, importante para concelebrar nuestro hidalgo gentilicio, luchando porque la paz y hermandad que vibran en las calles, sean siempre sinónimo de justicia en el sentido mas amplio de la palabra.