Para recordar:
“Jesús lloró”
(Juan 11:35).
Cada día que pasa, en Venezuela, el llanto aumenta. A veces, no necesariamente vertimos lágrimas por nuestro rostro, ya que cuando hablamos unos con otros; por la situación que vivimos,los cuentos se convierten en un solo llanto o lamentaciones.
Entre algunas razones de ese“llanto” están: La ausencia de los servicios básicos; escasez y carestía de alimentos, gasolina, medicinas; el bajo salario y hospitales mal dotados.Valga la acotación,una emergencia, cualquier enfermedad, una cirugía, un tratamiento vale miles de dólares.Atención: ¡En Venezuela, está prohibido enfermarse!
Recordamos, con cariño, a un tío (C), quien vio a su hijo (C) llorando porque perdió el Cardenales de Lara, y le dijo: “¡Mira muchacho! ¿Es que tú eres la mamá del Cardenales para que este llorando por ellos?”.
Por otro lado, lloramos desde que nacemos.Esa una hermosa música para el mundo, los oídos de los pediatras, obstetras y los padres.Y si cuando pequeñitos no cesamos de llorar, pudiera ser una señal para prestarle atención.Pero si no lloramos, tampoco avisamos que tenemos hambre, sueño, frío o alguna incomodidad.
También, con el llanto, aprendemos a manipular a los adultos, y algunos por falta de experiencia o por mal carácter maltratan a los niños. Esos papás y mamás, merecen una buena reprensión o que les caiga el peso de la ley. Por el contrario, si son muy blandos, cometen diferentes errores de malacrianza y no corrigen a tiempo. Por lo tanto:Es necesario mucho amor, buena alimentación, una sana corrección,mezclados con valores y una sólida enseñanza formal y espiritual para que un niño crezca sano y tenga éxito en la vida (Ver en Lucas 2, el ejemplo de Jesús, el Hijo de Dios).
A medida que vamos creciendo no cesamos de llorar, hasta llegar a una edad que manejamos la situación. Y es triste, cuando los adultos, jóvenes o niños, juegan con esas emociones para meterse con otros y hacerlos llorar.Las cosas han cambiado un poco, y ya no se usa (tanto) aquello que “los hombres no lloran y que las mujeres sí”.
Ahora, el versículo más corto de la Biblia, “Jesús lloró”, es bien entendido, porque no solo Cristo lloró por su amigo Lázaro, sino por personas que no le aceptaron o lo aceptarán (Mateo 26), y están sujetos a una triste sentencia: “Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno del fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes.” (Mateo 13)
Razones sobran cuando lloramos la pérdida de un ser querido. Y ¿a quién no le ha fallecido un familiar o un amigo?Pero, no debemos caer en el desespero, como los que no tienen esperanza en la resurrección en Jesús (1ª Tesalonicenses 4: 13-17).Así pudo haber sido el dolor de Adán y Eva, ante la muerte de Abel, por parte de su hermano Caín. Pese que el diablo les había dicho que no iban a morir. De allí la muerte entró en la tierra por guerras, hambre, crímenes, enfermedades y hasta por los vicios.
Bien dijo E. White, que: “Los llantos de los millones de habitantes de nuestro mundo que se están muriendo de hambre, serían pronto acallados si el dinero entrado en las arcas de los vendedores de bebidas alcohólicas se usara para aliviar los sufrimientos de la humanidad… (La Temperancia, p.70). Hoy se le une la droga y otros vicios.
Tal vez, por eso lloran algunos padres al ver que sus hijos andan por malos caminos. De hecho, se llora por las muertes innecesarias o irracionales, hasta por la mala praxis hospitalaria, judicial o simplemente por errores humanos.
Antes que nos pongamos a llorar, la buena noticia es que Dios,“Enjugará toda lágrima de los ojos de los ‘redimidos’; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4). Y ese mismo Jesús, quien lloró porel fallecimiento de Lázaro, se conduele por “la muerte del que muere” (Ezequiel 18:31). Y si queremos entrar en esa ciudad, la Patria Celestial, deberíamos aceptar a Cristo como Salvador y Redentor de nuestras vidas y del planeta.
Eduardo Iván González González
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