El régimen ha demostrado durante estos años hasta donde están dispuestos a llegar para seguir en el poder. Censuran, amenazan y agreden a quien decide hacerles frente, para seguir enriqueciendo sus bolsillos a costa del sufrimiento de millones. Además, usan toda clase de excusas para justificar sus ataques contra los ciudadanos. Esto es justo lo que le hicieron a mi amigo, Juan Requesens, que pasó más de 750 días privado de su libertad acusado de un crimen que no cometió.
Juan siempre ha sido una voz crítica frente al autoritarismo. En su época universitaria lideró protestas durante el 2014 para exigir la liberación de estudiantes detenidos injustamente. Fue electo diputado de la Asamblea Nacional en el 2015, donde trabajó con el resto de nosotros en pro de los venezolanos. Y también formó parte de las protestas del 2017, donde incluso fue herido por las agresiones de las fuerzas del régimen. Por su lucha incansable por Venezuela, en agosto del 2018 fue detenido arbitrariamente por el SEBIN, expuesto a condiciones y tratos inhumanos. Se le acusó de un crimen que jamás llevó acabo, sin pruebas en su contra, sin el respeto al debido proceso, violentando todos sus derechos. Le arrebataron su libertad, lo apartaron de su familia y trataron de manchar su nombre.
Sin embargo, oponerse a las injusticias no es un crimen, tampoco trabajar por reconstruir al país. Juan nunca debió estar en la cárcel. Juan es un hombre inocente, cuyo esfuerzo durante años fue liberar a Venezuela de sus opresores. La libertad de expresión es un derecho humano garantizado por nuestra Constitución, así como el derecho a la protesta y la presunción de inocencia. A pesar de todos los esfuerzos para quebrar su espíritu, desmoralizar a su familia y denigrarlo, su figura se enaltece ante estos terribles crímenes en su contra. No piensen por un minuto que quebraron su firme convicción democrática.
Aún quedan muchos compañeros detenidos injustamente a manos del régimen, que padecen tratos crueles. No vamos a rendirnos hasta que podamos restaurar las instituciones del Estado y todo aquello que sea necesario para rescatar a nuestro país de las garras del autoritarismo, liberar a todos los presos políticos y así detener el sufrimiento que padecen los venezolanos. Es el momento para tomar las decisiones correctas que nos permitan cumplir nuestro objetivo.
Sabemos que aún queda muchas cosas por hacer para que Venezuela se transforme en una tierra de riqueza, oportunidades y libertad para todos, donde nadie más vuelva a tener miedo por expresar su opinión, nadie vuelva a ser detenido por pensar distinto, ni se violen los derechos de los ciudadanos. Seguiremos empeñados en devolver la tranquilidad y la dignidad que los venezolanos merecen.
Stalin González