El presidente Donald Trump arremetió contra Joe Biden al catalogarlo como un desventurado político de carrera que pondría en peligro la seguridad de los estadounidenses, al aceptar la nominación de su partido desde un enorme escenario instalado en el Jardín Sur de la Casa Blanca.
Al tiempo que el coronavirus cobra la vida de unos 1.000 estadounidenses diariamente, Trump desafió las directrices de su propio gobierno en el combate al coronavirus para ofrecer un discurso por más de una hora ante una multitud que en gran medida no portaba mascarillas.
Enfrentando un tenso periodo de protestas por la inequidad racial, de un colapso económico y una emergencia sanitaria a nivel nacional, Trump planteó el jueves una visión optimista para el futuro de Estados Unidos. Pero destacó que ese horizonte más brillante sólo puede alcanzarse si él derrota a su rival demócrata, quien tiene la ventaja en la mayoría de los sondeos nacionales y estatales.
“Hemos pasado los últimos cuatro años revirtiendo el daño que Joe Biden infligió durante los últimos 47 años”, dijo Trump en referencia a la carrera del exsenador y exvicepresidente en Washington. “En ninguna época previa los votantes han enfrentado una opción más clara entre dos partidos, dos visiones, dos filosofías o dos agendas”.
Cuando Trump terminó su discurso dio inicio una enorme exhibición de fuegos artificiales frente al Monumento a Washington, coronada con explosiones que formaron la frase “Trump 2020”.
Su discurso de aceptación inició la fase final de la campaña, una contienda a la que ahora se suma de lleno y que, pese a la pandemia, pronto empezará a entrecruzar el país. El ritmo de viaje de Trump aumentará a casi un ritmo diario al tiempo que Biden, que mayormente ha lidiado con la pandemia desde su hogar en Delaware, anunció el jueves que próximamente reanudará su gira de campaña.
Reafirmando que se contará con vacuna pronto, el presidente prometió una eventual victoria contra una pandemia del coronavirus que ha dejado más de 175.000 muertos, millones de desempleados y ha obligado a reescribir las reglas de la sociedad.
A lo largo de la semana, los republicanos en la convención trataron de crear la ilusión de que la pandemia es más que nada una cosa del pasado. Las hileras de asientos en el Jardín Sur de la Casa Blanca se hallaban muy cerca unas de otras. No fue obligatorio el uso de cubrebocas y no se realizaron pruebas de COVID-19 a todos los presentes.
Proyectándose como la última barrera que defiende el estilo de vida estadounidense del ataque de las fuerzas radicales, Trump declaró que la agenda demócrata es “el conjunto de propuestas más extremas que haya presentado alguna vez un nominado de uno de los grandes partidos”.
Al concluir la Convención Nacional Republicana con su discurso, Trump se arriesgó a enardecer a una nación dividida que sufre una serie de calamidades, incluyendo la pandemia, un potente huracán que golpeó la costa del Golfo de México y noches de descontento racial y protestas violentas después de que Jacob Blake, un hombre de raza negra, fuera baleado por un policía blanco de Wisconsin.
Trump fue presentado por su hija Ivanka, una influyente asesora de la Casa Blanca, quien dijo que el notablemente extrovertido mandatario se solidariza con aquellos que han pasado adversidades durante la pandemia.
“He estado con mi padre y he visto el dolor en sus ojos cuando recibe la actualización de las vidas que se ha robado esta plaga”, dijo Ivanka Trump.
El presidente pronunció su discurso desde un escenario conocido y polémico. A pesar de la tradición y la reglamentación de no usar la Casa Blanca para eventos meramente políticos, se instaló un enorme escenario frente a la residencia presidencial.