Mario Briceño Iragorry le presenta al país un ensayo el 19 de enero de 1953 desde la ciudad de San José, de Costa Rica. En el dibuja la realidad política venezolana de aquellos tiempos, bajo el título de “La traición de los mejores”, donde comienza diciendo: “Estas páginas no constituyen acusación directa contra persona alguna, sino un examen fervoroso de nuestra conciencia nacional”.
Creo que hoy en día muchos venezolanos debemos repasar estas páginas que además están llenas de historia. Recomendable sin duda alguna para la reflexión de tanto afanoso del teclado mal llamado guerrero, ya que la mayoría de las veces transmiten en su corta y pega, múltiples mensajes provenientes de laboratorios a los cuales no le han dedica ni tiempo para leer y menos para analizar lo que están reenviando. Debemos tomar en cuenta que no son los aciertos los que debemos repasar y que a lo mejor no son muchos, sino los errores propios con los cuales contribuimos a ser equivocada una decisión colectiva. Venezuela, decía Briceño-Iragorry, “más que de acusaciones personales, está urgida de un “mea culpa” colectivo”.
Recomienda Don Mario Briceño-Iragorry actitud “humilde y serena” frente a la crisis que presenta la nación ya que de lo contrario no se alcanza la visión “requerida para entender nuestra propia función social”, la del hombre, la del ciudadano, de lo contrario no llevaremos por buen camino “nuestro destino histórico”. Según él, es con paciencia, con reflexión que podremos afrontar los problemas de la sociedad con la consciencia de que hay que ver con claridad, “no ya los acontecimientos pasados, sino nuestro desfigurado rostro presente”. Esta allí el comienzo de la cruzada que nos llevara a encontrarnos con éxito la obra a emprender.
Como en todos los tiempos denuncia “la maledicencia y la calumnia de quienes sintiendo placer en la destrucción ajena y queriendo reinar como tuertos, se empeñan en vaciar los ojos de los demás” He aquí el llamado a los mejores, quienes tienen la obligación de abrir camino a los procesos que llevan a la libertad y al decoro, porque no sirve escoger la vía de exceptuarse, de excluirse de la responsabilidad condenando a una sociedad a vivir sometida a una constante de miedo y de persecución. Hay que acabar con el reino de los tuertos, es el momento de acabar con la penumbra, para que reine la luz.
El proceso electoral venidero es el momento para que los mejores representantes de una sociedad que aspira regresar al progreso se motiven a participar como candidatos. Es la hora de asumir posiciones por parte de gremios, sindicatos, organizaciones empresariales, movimientos de laicos comprometidos, organizaciones sociales de toda índole, en fin, miembros de esas fuerzas vivas que trabajan por el sostenimiento de las ciudades y de los pueblos. Desde el movimiento de UNIDAD PARA EL PROGRESO, hoy bautizado por la sabiduría del pueblo llano como UNIÓN Y PROGRESO, se promueve con mucho énfasis el postular a estos sectores a los cargos de representación popular para ser los futuros representantes del soberano ante la Asamblea Nacional para el periodo 2021-2026.
Durante años la no participación de los mejores en los destinos de la administración publica nos ha llevado a los desaguisados resultados de administraciones corruptas e ineficientes como la que ha representado en estos últimos 20 años el socialismo del siglo 21 con el PSUV a la cabeza.
Termina diciendo Briceño-Iragorry, “más que hablar al pueblo humilde, es necesario hablar a las clases y cuerpos obligados a revisar su conducta histórica frente a las masas” Hay que lograr “un sentido de equilibrio”, para que los grupos dirigentes eviten “que la vieja pirámide social sufra un vuelco de posición y el vértice se vea aplastado por la pesadumbre de la base, es urgente empezar a cambiar voluntariamente la configuración geométrica de la sociedad y buscar un apropiado juego de líneas que haga fácil la rotación de las aristas, sin riesgo de que se quiebre la armonía del conjunto social”. Se requiere entonces una unidad de fines en la conciencia nacional.
Se necesita un sentido de cooperación, que influya en la obra general de la comunidad, nos dice, terminando con esta afirmación “Sí, en cambio, las llamadas clases directoras y las Fuerzas Armadas que sostienen el aparente equilibrio del Estado, no procuran en tiempo solucionar el hondo y crecedero problema creado por los nuevos odios sociales y personales, no habrá mañana voces capaces de calmar el vendaval de la venganza ni ceniza bastante para apagar las llamas del incendio voraz”
Miguel Antonio Parra Giménez
@miguelparrag