Para poder entender sus escritos hay que penetrar y hurgar en su biografía y en algunos libros que escribieron sobre él.
¿Quién fue, en realidad, Karl Marx?
1.- Su ascendencia
Al penetrar en ella reconozco que fue un “estudioso”. Por ambas ramas genealógicas de sus padres, se observa que fueron muy estudiosos.
Su padre, Heinrich Marx, abogado cuyo nombre era talmúdico, descendiente del famoso rabino Eliécer ha-Levi de Meinz, cuyo hijo Jehuda Minz fue cabeza de la Escuela Talmúdica de Padua (Italia). Fue un liberal, descrito como un “auténtico francés del siglo XVIII que conocía a fondo a su Voltaire y a su Rousseau”. (Robert Payne, Marx, pág.20, Londres,1968).A consecuencia de un decreto prusiano pre nazi de 1816 que excluía a los judíos al acceso a las posiciones altas en las carreras judicial y médica, se hizo protestante, y el 26 de agosto de 1824 hizo bautizar a sus cinco hijos, entre ellos a Carlos Marx.
La madre, Henrietta Pressborck, era hija de un rabino que también descendía de famosos estudiosos y sabios famosos.
2.- Su nacimiento y religión
Marx nació el 5 de mayo de 1818 en Traer, entonces territorio prusiano, hoy Alemania. Fue uno de los nueve hijos, pero el único varón que llegó a la madurez; sus hermanas se casaron, respectivamente, con un ingeniero, un librero y un abogado. La suya era una familia, esencialmente, de clase media que escalaba posiciones.
Marx fue confirmado a los quince años y parece que por un tiempo fue un cristiano protestante ferviente. Sin embargo, nunca recibió una educación judía ni intentó adquirirla, ni tampoco mostró interés alguno por las cuestiones judías. (Excelente ensayo sobre Marx en Robert S. Wistrich: Revolutionary Jews From Marx to Trotsky, Londres, 1976)
3.- Sus estudios
Asistió a una escuela que había sido jesuita y luego laica, y a la universidad de Bonn. De allí pasó a la universidad de Berlín, en ese momento la mejor del mundo, de la que se retiró.
Hay que admitir que desarrolló rasgos característicos de un cierto tipo de estudios, específicamente el talmúdico, una tendencia:
- a acumular una enorme cantidad de material a medio digerir;
- a proyectar obras enciclopédicas que nunca se completaban;
- un desdén fulminante por todos los no eruditos; y
- una seguridad e irascibilidad extremas en su trato con otros eruditos.
En efecto, prácticamente, casi toda su obra tiene la impronta del estudio del Talmud: es esencialmente un comentarista, un análisis crítico de la obra de otros que han trabajado en su campo.
Marx llegó a ser un buen conocedor de los clásicos y luego se especializó en filosofía, al uso hegeliano, entonces prevaleciente. Se doctoró, pero en la universidad de Jena, menos exigente que la de Berlín. Aparentemente, nunca tuvo el nivel suficiente, que exigían, como para obtener un cargo académico.
4.- Su vida de: ¿investigación?
La mayor parte de su tiempo la pasó desde 1849, hasta su muerte el 14 de marzo de 1883 (es decir, treinta y cuatro años), en el Museo Británico de Londres, buscando material para el gigantesco estudio de “El Capital”, tratando de darle forma adecuada para su publicación. Vio impreso un primer volumen en 1867, pero el segundo y el tercero no los vio a luz, porque fueron compilados sobre la base de sus notas por su colega Friedrich Engels, y publicados después de su muerte.
Marx llevó una vida, más que de estudios científicos en unificar sus cuatro vetas personales: el poeta, el periodista, el académico, el moralista. Cada una de ellas, fue importante. Reunidas y combinadas con su enorme voluntad, le convirtieron en un formidable escritor y vidente, pero no tuvo nada de científico. De hecho, en todo lo que interesa, fue anticientífico. Una vez se quejó: “Soy una máquina condenada a devorar libros”. (Carta a Engels, 11 de abril de 1868, Berlín Oriental, 1956-68, vol. XXXII, pág. 58)
5.- Marx: Poeta (Robert Payne, Marx, pág.61-71, Londres, 1968)
El poeta, fue en Marx mucho más importante de lo que generalmente se supone, a pesar de que sus imágenes poéticas pronto se vieron absorbidas por su visión política. Escribió poesía, desde niño, alrededor de dos temas principales: su amor por su vecinita, Jenny von Westphalen, de ascendencia prusiano-escocesa, con quien se casó en 1841, y la destrucción del mundo.
Escribió mucha poesía de la cual, tres volúmenes manuscritos fueron enviados a Jenny, heredados luego por su hija Laura. Desaparecieron después de la muerte de ésta en 1911. Pero han sobrevivido copias de cuarenta poemas, incluida una tragedia en verso: “Culanen”, que Marx esperaba fuera el “Fausto” de su tiempo. Dos poemas se publicaron en el Athenaeum de Berlín, el 23 de enero de 1841. Tenía por título “Canciones salvajes”, donde:
- el salvajismo es una nota característica de su poesía, junto
- con un intenso pesimismo respecto a la condición humana,
- el odio,
- una fascinación por la corrupción y la violencia,
- los pactos suicidas y los pactos con el demonio.
“Estamos encadenados, destrozados, vacíos, asustados. Eternamente encadenados a este bloque de mármol del ser”, escribió el joven Marx, “… Somos los simios de un Dios frío”.
Se hace decir a sí mismo, personificando a Dios: “Bramaré gigantescas maldiciones contra la humanidad”, y bajo la superficie de gran parte de su poesía se halla la noción de una crisis mundial en gestación.
Le gustaba citar las palabras de Mefistófeles en el Fausto de Goethe: “Todo lo que existe, merece perecer”. Las utilizó, por ejemplo, en un panfleto contra Napoleón III en: “El dieciocho de brumario”, y esta visión apocalíptica de una catástrofe inmensa y próxima del sistema existente le acompañó durante toda su vida. Se encuentra en su poesía, es el trasfondo del Manifiesto Comunista de 1848 y es la culminación de El Capital.
En resumen, Marx es un escritor escatológico del principio al fin. Es posible, por ejemplo, que en la primera redacción de “La ideología alemana” (1845-46) incluyera un pasaje que recuerda fuertemente a los poemas, que trata del “Día del Juicio”: “cuando los reflejos de ciudades en llamas se ven en los cielos… y cuando las armonías celestes consisten en las melodías de la Marsellesa y de la Carmañola, con el acompañamiento del tronar de cañones, mientras la guillotina marca el compás, y las masas enardecidas gritan: Ça ira, ça ira, y las inhibiciones penden de los postes de alumbrado.”
También, hay ecos de “Culanen” en el Manifiesto Comunista, con el proletariado asumiendo el manto de héroe. La nota apocalíptica de los poemas, de nuevo irrumpe en su discurso tremebundo del 14 de abril de 1856: “La historia es el juez, su verdugo el proletariado: el terror, las casas marcadas con la cruz roja, metáforas catastróficas, terremotos, la lava hirviente que brota mientras se resquebraja la corteza terrestre”.
La cuestión es que, el concepto de Marx de un día del juicio final, ya sea en su versión poética sensacionalista o en su versión eventualmente económica, no es una visión científica, sino artística. Siempre estuvo presente en la mente de Marx, y como economista político trabajó a partir de ella, buscando las pruebas que la hacían inevitable, en vez de llegar a ella a partir de datos examinados objetivamente. Y, naturalmente, es el elemento poético el que le confiere a la proyección histórica de Marx su carácter dramático, y su fascinación para los lectores radicales, que quieren creer que el fin y el juicio del capitalismo está por llegar.
El don poético se manifiesta, intermitentemente, en las páginas de Marx, produciendo algunos pasajes memorables. En la medida en que intuía más que razonaba y calculaba, Marx siguió siendo un poeta hasta el final.
Próximo domingo: Karl Marx y el marxismo teórico (Parte III) – Marx: Periodista (Paul Johnson, Karl Marx-Los Intelectuales, Ed. Vergara 1990)…
Juan José Ostériz