Hay que trabajar para lograrlo. Dependerá del esfuerzo que se realice desde ahora y para siempre. No olvidemos que Dios nos creó a su imagen y semejanza. En consecuencia tenemos la fuerza que se deriva de esa condición. Lo que Él desea para nuestra Patria depende de cuánto hagamos en su nombre, animados por los principios fundamentales de nuestra condición humana. Incluyo en esto a compatriotas de otras religiones creyentes en el mismo Dios, aunque con doctrinas distintas pero coincidentes en lo fundamental. Incluso existen algunos casos famosos de “ateos gracias a Dios”, con vida íntegra al servicio de los demás y sin hacerle daño a nadie. Todos están convocados para la lucha que condicionará el futuro inmediato.
Esta Nación tiene como hacerlo. Tiene ideas, proyectos, programas y hombres y mujeres capacitados para llevarlos adelante. Errores y torpezas políticas de muy contados dirigentes opositores no pueden disminuir la esperanza de un mañana mejor. No somos lo mismo, ni nada parecido a quienes han destruido al país en estas dos décadas infames. Nosotros tenemos dificultades a la vista, pero ellos están en un círculo cerrado que se hace cada día más estrecho nacional e internacionalmente. Los acechan peligros graves entre ellos mismos, producto de la pervertida ideologización comuistoide del olvidado “socialismo del siglo XXI”. Todos andan cuidándose las espaldas y los lados. Las traiciones están a la orden del día.
Las disidencias opositoras están identificadas. Las caretas cayeron. Nadie se engaña con el electoralismo agudo que abandona la lucha por el fin de la usurpación, la salida de Maduro y su combo, la formación de un gobierno de emergencia nacional y, cuando existan las condiciones, elecciones presidenciales para hacer realidad la voluntad de un pueblo que quiere el cambio con urgencia. Molesten lo menos posible y traten de disfrutar lo recibido mientras puedan. Con claridad y sin más engaños.
El capital humano domina las áreas fundamentales. Los negocios del petróleo y la minería, la productividad del campo y de las ciudades en todos los aspectos industriales y comerciales, la educación y la salud, la protección integral a la familia, a las personas y a las empresas dentro de un sólido ordenamiento jurídico que debe ser formulado.
No volveremos a la época mirandina del “bochinche, puro bochinche”. Haremos de Venezuela un país federal y descentralizado. Habrá que municipalizar la vida pública y hacer realidad aquello de “tanto mercado como sea posible y tanto estado como sea indispensable”.
Quisiera continuar, pero el espacio no lo permite. Un breve recuerdo, se nos está muriendo mucha gente amiga, para Daniel Alvarado (El Negrito Fullero) y para Cosme Finol, expresidente de Fegalago por la muerte de su querida esposa Yajaira.
Oswaldo Álvarez Paz
@osalpaz