El jaguar está emparentado con el leopardo, de allí algunas de sus semejanzas físicas, pero generalmente es de mayor tamaño. Su cuerpo robusto y comportamiento son más similares a los del tigre.
Su hábitat, por lo general, es asociada a las selvas densas y húmedas, pero puede acomodarse a una gran variedad de terrenos boscosos o abiertos. Un punto que destaca, al igual que el tigre, es que le gusta nadar, y esto lo hace un depredador temible para gran variedad de especies.
Puede verse solitario, sobre todo al momento de cazar, pues es calculador y parece siempre crear emboscadas. Su carácter de súper depredador lo hace clave para regular las poblaciones de las especies que captura.
Posee una mordedura tan potente que puede perforar los caparazones de reptiles acorazados como las tortugas. Ataca directamente la cabeza de la presa para atravesar el cráneo.
En peligro
En el siglo pasado el jaguar fue muy perseguido por la industria de las pieles, miles de estos felinos fueron capturados y asesinados porque el abrigo de jaguar era uno de los más deseables y costosos, pero, desde 1990 es ilegal comerciar con ellos lo que representó el primer esfuerzo para su conservación.
El jaguar está calificado en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como «especie casi amenazada» y su número va disminuyendo cada año. Generalmente mueren a manos de los campesinos y labradores locales preocupados por su ganado ya que, pese a su tamaño y ferocidad esta especie rara vez ataca a los seres humanos.