De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) 639 mil niños venezolanos padecen desnutrición crónica. La ONG Mapani alerta sobre el número de casos en la entidad
Las consecuencias de las decisiones de los adultos impactan a los niños. Una realidad cruel y dolorosa en Venezuela, es el incremento de la pobreza que no distingue entre los miembros del hogar para golpear con toda su rudeza.
La crisis más grande de la historia de Venezuela afecta a la población infantil y ha convertido sus sueños en una pesadilla llamada: hambre.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), 639 mil niños menores de cinco años padecen desnutrición crónica, cifra que califica a Venezuela como el segundo peor país de América Latina y el Caribe en su estado nutricional, muy próximo a la realidad de África.
La encuesta también reveló que «74% de los hogares tienen un grado de inseguridad alimentaria entre moderada y severa. En este contexto, los pobres tienen una alimentación basada en carbohidratos y el promedio
nacional de kilocalorías nos coloca en el límite de la pobreza biológica».
Mapani: Lara en riesgo
Gretna El Halabi, abogada que preside la asociación civil Madres y Padres por los Niños de Venezuela (Mapani), nos habló de la situación del estado Lara en materia nutricional.
De 1200 niños que atiende esta organización, el 20% presenta una desnutrición moderada o grave. «Nosotros practicamos las valoraciones que toman en cuenta las organizaciones humanitarias. De 65 niños que acuden al triage, al menos 52 presentan algún grado de desnutrición«.
La abogada señaló que los niños afectados no provienen únicamente de caseríos y poblaciones apartadas, sino de la ciudad. «Desafortunadamente, la desnutrición está en todas partes, especialmente en la población de 0 a 5 años».
No solo los niños presentan problemas nutricionales, las madres también se encuentran en estado crítico, sobre todo aquellas que amamantan a sus hijos. «El impacto de la pandemia ha sido considerable. Nosotros no hemos dejado de trabajar y vemos cómo la hiperinflación, el alto costo de la vida, la suspensión de las remesas han agravado esta realidad».
La población infantil demanda una atención urgente que revierta, cuanto antes, las secuelas que el hambre deja en su desarrollo físico, cognitivo y emocional.