Ciertamente, el venezolano prefiere las vías institucionales, como el voto y el diálogo, para lograr el cambio político,y a pesar de la propaganda que han recibido a favor de otras vías, como la de una intervención multifuerza internacional, golpes de Estado, protestas violentas, etc. Sin embargo, la preferencia por el voto se mantiene si el conjunto de factores que prescriben el voto como medio de expresión política se cumplen. De lo contrario, la población puede optar por otros medios de expresión, deseables o indeseables, o por no participar. De allí que la tradición electoral muestra, en este sentido, dos cosas: que la participación en elecciones presidenciales ha superado en ocasiones el 90%, aunque ha bajado tanto como al 60% en 1993 y al 47% en la elecciones de abril 2018. El segundo mensaje de esa historia electoral es que, siendo un país constitucionalmente presidencialista, los niveles de participación electoral por otros cargos de elección, como diputados a la Asamblea Nacional, gobernadores y alcaldes tienden a ser menores.
Actualmente, las elecciones presidenciales también son el camino preferido por el 51,4% los venezolanos para resolver la conflictividad política, mientras que las elecciones parlamentarias no son consideradas como solución del conflicto sino por el 2,1%. Es lógico que el ciudadano común se plantee que esa conflitividad esté relacionada con el Presidente y que, para resolver el conflicto que le afecta, debería involucrarse en la elección a la Presidencia, a lo que se suma que no conoce a la mayoría de sus diputados ni lo que hacen.Según las encuestas, la participación electoral en las elecciones parlamentarias estaría sujeta a que fuesen acopladas a elecciones presidenciales. Así, se podría estimar una participación tan alta como el 82,6%. En cambio, una elecciones parlamentarias sin presidenciales aparecen con una intención de participación muy baja: 9,5%.
La experiencia de elecciones en más de tres décadas indica una correlación alrededor del 95% entre el nivel de aprobación de gestión del Presidente (de turno) y las preferencias por sus candidatos o propuestas.En este caso, la aprobación de gestión de NM se mantiene muy baja, en 13,1%, dado que la percepción de la situación país es de – 92,5%.
En cuanto a las condiciones o reglas de juego electorales, el 81% de los entrevistados en marzo 2020 manifestaba desconfianza hacia el Consejo Nacional Electoral y el 89%está de acuerdo con que se nombre un nuevo Consejo Nacional Electoral. Esa renovación era la condición más importante para tomar la decisión de participar en unas elecciones parlamentarias. Pero, a pesar de un buen comienzo, la división de la Asamblea Nacional le dejó sin los dos tercios que necesita para nombrar los rectores del CNE, hecho que fue tomado por el Tribunal Supremo de Justicia, predominantemente aliado al oficialismo, para declarar en “Omisión” a la Asamblea presidida por Juan Guaidó y proceder a realizar dichos nombramientos.
Otro factor que incide en la participación electoral es la identificación partidista. Aquellos que pertenecen o simpatizan con algún partido tienden a seguir sus lineamientos, entre ellos sobre la participación electoral. Tanto el partido de gobierno, el PSUV, como los múltiples partidos de oposición cuentan con una muy baja identificación de los ciudadanos hacia dichos partidos: 11,5 y 11,7%, respectivamente.
El factor de la baja Identificación Partidista tiene un agravante, cual es el que el TSJ ha desplegado un proceso judicial para remover las directivas de los partidos mayoritarios de la oposición y que conforman su grupo directivo, conocido como el “G4”. En este proceso ya se han cambiado las directivas de Primero Justicia, Acción Democrática y UNT (Un Nuevo Tiempo), y está en proceso por parte de la Fiscalía General de la República la declaración del partido Voluntad Popular como un grupo terrorista y, por ende, inhabilitado y sujeto sus demás líderes, además de Leopoldo López y otros, a ser detenido y procesados o a tener que exiliarse, como ya lo hecho varios de ellos. Este proceso que se ha llamado la “judicialización de la política” no apunta hacia la participación sino a la deslegitimación de las elecciones.
La experiencia de Datanalisis indica que el estimado más aproximado de la participación electoral, en los últimos 35 años, se corresponde con la respuesta “Muy Dispuesto a ir a Votar”; en este caso el 11,4% iría a votar por los nuevos diputados. Otros criterios mencionados pueden elevar este primer estimado a cerca de un 30%: Muy mal presagio para la democracia.
De lo anterior se desprende que se pueden estimar cuatro segmentos con sus respectivas matrices de opinión: No Votantes Puros; No Votantes – ex Chavistas; No Votantes – ex Opositores; Votantes por los candidatos del PSUV-Polo Patriótico; y Votantes por los candidatos a diputados de los partidos de oposición. Este segmento puede a su vez subdividirse en dos:Votantes por candidatos de partidos de oposición seguidores de Juan Guaidó, subsegmento que es probable que opte por no presentar candidatos ni votar; y Votantes por candidatos de partidos de oposición seguidores de las nuevas directivas partidistas nombradas por el TSJ.
Por ahora, se puede estimar que la abstención será el gran “ganador” de la elección de diputados, superando el 60% y pudiendo ser tan alta como el 80%. Esto en la medida que no vaya acompañada por la elección presidencial, como es el caso hasta ahora.
¿Qué puede hacer el chavismo para mejorar sus oportunidades electorales? – Presentar un solo candidato por curul. – Reconectar con la población por el flanco de la recuperación económica, para lo cual puede reforzar el experimento de liberación iniciado en 2019 con medidas atractivas a la inversión privada. – Aplicar aceleradamente el Plan de Reestructuración de PDVSA y expandirlo a otras áreas de las empresas del Estado para que proliferen empresas mixtas con mayoría accionaria privada. – Lo anterior incluye pagar parte de la deuda de las empresas estatales con acciones de las mismas. – Eso convertiría a los nuevos socios, probablemente empresas extranjeras que son los acreedores, en cabilderos para moderar las sanciones económicas. – Sustituir el enfoque de la cuarentena basado en el “Quédate en Casa”, el cual condena a los pobres a un imposible porque tienen que salir diariamente a la calle a buscar el sustento, por un enfoque basado en “Reincorpórate con Precaución”.- Ya la suerte del gobierno en lo político quedó echada cuando escogió dos rutas: No ir a elecciones presidenciales, que es lo que desea alrededor del 80% de la población, lo cual implica una participación minoritaria en las elecciones parlamentarias; y nombrar el nuevo CNE a través del TSJ y no por vía de la Asamblea/Guaidó, lo cual acentúa la propensión a no votar de parte de la oposición. Esta ruta implica que al gobierno le interesa: – Enviar señas que promuevan la abstención opositora: que sea cierto o se perciba que “no hay condiciones”. Lo cual será reforzado por los reclamos opositores.- Asegurarse que el Polo Patriótico presente un solo candidato por curul. – Planificar una detallada y bien incentivada campaña de movilización del voto el día de las elecciones.
¿Qué puede hacer la oposición? – Reconectar con la población por el flanco de la recuperación económica, lo cual implica divulgar el Plan País. – No dejar que el gobierno de NM le siga llevando la delantera en la introducción de iniciativas de reformas de políticas económicas orientadas hacia la liberación y la participación privada en las empresas del Estado. – Insistir el pagar la deuda externa con acciones de las empresas del Estado para liberar reservas internacionales para programas concretos dirigidos a las actividades que más empleo absorban: PYME’s y Construcción, eventualmente, Turismo. – Plantear que las ganancias por el aumento del precio de la gasolina y su dolarización vayan a marcados, a mejorar los sueldos de los empleados públicos, sobretodo maestros y personal de salud y policía. – Definir un nuevo modelo de partidos políticos que equilibre la búsqueda del poder con el acompañamiento a los ciudadanos en alcanzar su causas. Nótese que, en este sentido, es un reto mundial alcanzar este equilibrio para evitar que los partidos se sigan desconectando de los votantes, por lo que se dividen, provocan abstención y luego el surgimiento de “Mesías” que ofrecen “salvar al pueblo”, pero los resultados, en todo los países que lo han ensayado recientemente, son regímenes autoritarios, personalistas y excluyentes. – Para evitar que este proceso sea percibido de largo plazo, se puede intentar comenzarlo de una vez para convertirlo en uno de mediano plazo.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes