Celebramos el Día de la Madre con intensidad merecida. La maternidad es incomparable y más en sociedades como la venezolana donde esa función se profundiza y se multiplica hasta profundidades y dimensiones conmovedoras. El Día del Padre, en cambio, es una fiesta menor y lo encuentro paradójico, precisamente porque somos un bien más escaso, lo cual debería estimular la valoración de la responsabilidad paterna, tristemente más infrecuente que la materna. Me emociona ver tantos jóvenes cargando su muchacho, señal de un igualitarismo esperanzador.
¿Por qué empezar un artículo sobre los padres hablando de las madres? preguntará más de uno. Pero es que hay una correspondencia lógica entre unos y otras en el acto que los origina y debería haberla al encarar sus consecuencias. Y esa, la de encarar las consecuencias, es la
responsabilidad paterna que reconocemos el domingo que viene.
A mí, ser padre me cambió la vida. Parafraseando lo escuchado en el colegio, casarme fue un cambio físico, tener hijos un cambio químico. Nada fue igual desde que vi a Valeria en la cunita de la clínica, tan indefensa y dependiente de nosotros. A ella y a sus hermanos, traté de ayudar a educarlos precisamente para que fueran independientes. Defectuosos empeños de ensayo y error que siempre sentí insuficientes pero me parece que dieron resultado. No he sido un padre perfecto, pero soy un padre orgulloso. La vida ha sido muy generosa conmigo pero de todo lo mucho que me ha dado, nada me enorgullece más que mis tres hijos. Espero que mis nietos los superen, pero esa ya es tarea de ellos, mientras ejercemos la de abuelos que por menos responsable es más sabrosa.
Sé que hay libros y hasta escuelas de padres sin embargo, creo que la paternidad se aprende ejerciéndola. No niego cuánto me ayudaron el ejemplo de mi padre en la distancia y más cerca el de mis tíos, como el de hombres mayores que conocí y la sabiduría de mis maestros, pero a cada quien le toca ir haciendo y deshaciendo, pensando y modificando su paternidad o sus paternidades porque cada hijo es distinto. Valores, normas, afecto, apoyo, comprensión, reconocimiento en los logros y entendimiento de los fracasos como parte natural de la vida y sus causas como reclamos de superación. La teoría está y cada día, la vida real nos pone a prueba.
Felicitaciones a los padres en su día y gracias a los hijos por darnos esta maravillosa, retadora oportunidad y por ser indulgentes con nuestros límites.
Ramón Guillermo Aveledo