La extensión de la cuarentena después de 60 días, por 30 días más, es una decisión que genera preocupación “por sus letales consecuencias a la ya deteriorada economía venezolana”, asegura el Observatorio del Gasto Público del Centro de Divulgación del Conocimiento económico (Cedice Libertad), en un análisis sobre “La sostenibilidad del confinamiento en Venezuela”.
En el documento se indica que mantener la cuarentena es insostenible, es humanamente imposible. Asimismo se afirma que evitando el contagio del Covid-19, se está aumentando exponencialmente la probabilidad de perder vidas por hambre y miseria.
Se advierte que el confinamiento no es sostenible para ninguna economía, ni siquiera para las más desarrolladas, menos aún para aquellas que se encuentran en una profunda recesión, como la nuestra, consecuencia de una catastrófica política económica auspiciada durante 21 años por el denominado socialismo del siglo XXI.
El confinamiento como política predilecta
Evaluar las estrategias del régimen parte por caracterizar sus recursos a disposición: La producción de crudo durante abril del año en curso fue de 622.000 b/d [i] . El precio de la cesta venezolana se ubica, de acuerdo a cifras oficiales [ii], en 13.41US$/b. El Fondo Monetario Internacional estimaba una caída de 15% en el PIB antes de la crisis pandémica. Las reformulaciones de este cálculo, dado el nuevo escenario de pandemia y confinamiento, estiman una caída de hasta 28%, cifra que refleja el ya disminuido ingreso fiscal real por concepto de impuestos. Las reservas internacionales se ubican en tan solo 6.4 millardos de dólar, y el conflicto político descarta la posibilidad de acudir a organismos como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Interamericano de Desarrollo en busca de ayuda financiera y humanitaria.
Este panorama deja en evidencia la limitación de los actuales recursos del Estado, y por lo tanto la nula o inexistente capacidad de maniobra. Dado este panorama, es poco probable la ejecución de políticas como la disminución de la presión fiscal, el rescate de empresas, planes de recuperación y financiamiento, la búsqueda de otras estrategias de prevención del sars – cov – 19 como por ejemplo la aplicación masiva de pruebas, mayor robustez del sistema de salud, asegura el OGP.
El confinamiento en cambio solo requiere de una gran capacidad de coacción, y al tener el régimen suficientes recursos para tal fin, se convierte esta en su política predilecta, y contará con ella como su punta de lanza en estos tiempos, caracterizados además por una escasez de gasolina, por lo que la aplicación del confinamiento es totalmente oportuno para diluir los males sociales que se derivan de este gran problema.
Las políticas de siempre
La pandemia producto del SARS Cov 2 coincidió con el plazo para el pago del ISLR. El régimen no dio tregua ante la posibilidad de exonerar o relajar el pago de este impuesto. Aún no se plantea una reducción del IVA, a pesar de la notoria disminución que genera el confinamiento en los ingresos y en la demanda de las familias.
Se resolvió ejecutar algunas transferencias directas, que ante la ausencia de fondos son financiadas con inflación, lo que es contraproducente para el poder adquisitivo, agravando aún más el problema. De acuerdo con las cifras publicadas por el Observatorio de Gasto Púbico de Cedice, la inflación del mes de abril fue de 86.58%, acumulando 258% de variación durante el primer cuatrimestre y una inflación anual de 3 734%. La reacción oficial fue el traslado del costo político al sector privado, regulando el precio de productos básicos, lo que estimula el resurgimiento del desabastecimiento y el arbitraje de bienes en el mercado negro.
Sostenibilidad del confinamiento
La economía venezolana ya venía transitando una senda profundamente recesiva. El brote y contagio del SARS Cov2 significa, entre otras cosas, tomar medidas preventivas que impactan inevitablemente en la actividad económica, no solo en Venezuela sino en todo el mundo. Esta situación compromete aún más actividad comercial con el sector externo, el flujo de divisas por concepto de remesas, y la actividad económica interna.
La caída en la producción y en el salario real junto con una hiperinflación sostenida, son razones suficientes para que muchos venezolanos hayan abandonado el empleo formal con ingresos fijos en busca de ingresos variables a través del emprendimiento y del comercio informal. En una dinámica de supervivencia, muchos venezolanos cuentan con su actividad económica diaria para obtener los ingresos mínimos necesarios para su sustento básico.
Advierte el OGP que coordina el economista Oscar Torrealba, que las finanzas de los venezolanos han sido destruidas. No hay manera de hacer frente al confinamiento porque no existe ahorro previo ni opciones de financiamiento. Mantener la cuarentena es insostenible, es humanamente imposible. Intentanto evitar la pérdida de vidas por contagio del ‘coronavirus’, se está aumentando exponencialmente la probabilidad de perder vidas por hambre y miseria.
Advierte el Observatorio que Venezuela roza la menesterosidad, y en este sentido hace un llamado de emergencia. Urge un cambio inmediato para nuestro país.