Ciertamente hay en este momento, temas más preocupantes y candentes que la reelección presidencial. Por ejemplo, el fin de semana recién pasado, los barquisimetanos soportamos 12 horas diarias de racionamiento eléctrico, lo que quiere decir que el ensañamiento del régimen contra esta ciudad, ha subido. No encontramos gasolina por ninguna parte y si alguien nos ofrece algunos litros, se debe pagar un precio exorbitante; la comida está a un precio inalcanzable para cualquier venezolano de clase media e incluso para quienes antes se podían dar algunos lujos en su vida, imaginemos para la gente más necesitada. La falta de gasolina ha sido la causa de la carestía de los alimentos, no hay cómo transportarlos y el régimen persigue sin medida a las empresas privadas que producen alimentos en el país. Tampoco hay gas y el régimen parece decir, en su infinita maldad, para qué le voy a proporcionar gas a la gente si no tienen comida que cocinar, ni pueden comprar nada. Ni siquiera se puede ir a la iglesia a rezar. Las iglesias permanecen cerradas, sé que se aduce como razón el combate al coronavirus, le ha caído muy oportuno al régimen el coronavirus y ha mentido bastante sobre el mismo. Las iglesias han tomado todas las medidas sanitarias para evitar contagios en sus recintos y he sabido y he visto reuniones con mayor afluencia de personas de las que suelen ir a una iglesia de una parroquia promedio de Barquisimeto, sin que el régimen las haya disuelto. No hay clases en ninguno de los niveles de la educación venezolana. Los muchachos están resguardados en sus casas. Nuestros migrantes sufriendo en el exterior por no poder regresar al país ni recibir ayuda del régimen. El país es un caos, una anarquía total, la delincuencia desbordada y el régimen otorgando libertad a presos comunes que han cometido delitos terribles, pasando por encima de los jueces, únicos facultados legalmente para ello.
Pensando acerca de todos estos problemas y muchos más, recordé el tema de la reelección presidencial. Cuando se convocó a una Asamblea Constituyente en 1999, era evidente que el deseo del señor Chávez era modificar la Constitución Nacional de 1961 (moribunda la llamó) principalmente para extenderá seis años la duración del periodo presidencial y aprobar la reelección inmediata. En un principio se aprobó una sola reelección, luego en 2007, Chávez presentó a la Asamblea Nacional, una reforma constitucional proponiendo la así llamada reelección inmediata e indefinida, como ya se venía presintiendo desde el principio. El país no le aprobó esa reelección inmediata e indefinida. Sin embargo, Chávez propuso de nuevo, violando su propia Constitución Nacional, la reelección inmediata e indefinida, a través de una enmienda constitucional que ya no podía proponerse por haberse rechazado la reforma constitucional. El caso es que ahora tenemos frente a nosotros a un presidente que puede reelegirse indefinidamente, con el peligro de que permanezca en el cargo largos años con todo el daño que eso produce. Se acabó la alternabilidad republicana y en Venezuela la reelección ha sido siempre un instrumento de ventajismo descarado para quien en el ejercicio del cargo desee permanecer en el mismo. Maduro me luce en este momento muy débil en el ejercicio del cargo de presidente, creo que no es presidente. Qué bueno sería no tener duda sobre la legitimidad de un presidente, muy bueno sería que cada cierto tiempo (4, 5 o 6 años) el país pudiera elegir un nuevo presidente, distinto a quien ha venido ejerciendo el cargo. Eso sí sería una verdadera democracia y nos ahorraría los graves problemas que hoy vivimos.
Joel Rodríguez Ramos