#OPINIÓN Cadenas #18Abr

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Rafael Cadenas cumple noventa años, la calle silenciosa de esta pausa obligada se hace propicia para esa poesía suya que transita sin prisa por la “ruta de instante”.

Mi admiración por él viene de lejos. Freddy Castillo Castellanos, recién convocado como miembro correspondiente por nuestro Lara a la Academia Venezolana de la Lengua lo propuso como padrino de nuestra graduación como bachilleres en Humanidades del Liceo Lisandro Alvarado, donde Cadenas había sido estudiante y donde tuvimos, sirvan estas línea para un minúsculo homenaje, dos excelentes profesoras de Literatura, de esas que te motivan emocionada fidelidad a la palabra escrita, Rosa María Castillo y Tarcila Viloria. Arrinconado en la pequeñez por mi ignorancia me opuse, pero en seguida me dispuse a saber de él. Al fin y al cabo, era mi padrino de promoción, la de 1967.

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Lo primero suyo que leí no fue su entonces reciente Falsas Maniobras o sus ya famosos Cuadernos del Destierro (1960) y Derrota (1963), sino su librito del principio, el que había publicado en 1946 cuando tenía mi edad, Cantos iniciales, con el auspicio de una gran dama de la cultura barqusimetana llamada Casta J. Riera, nativa de Churuguara en la sierra falconiana que en nuestra región promovió lo bueno, lo útil y lo justo.

A esta altura han abundado los reconocimientos a la obra y la persona de Rafael Cadenas, hace poco el Premio “Reina Sofía”. Honores merecidos que recibe con modestia, diría que con sonrojo. Hay antologías de su poesía publicadas por Monteavila en 1991 y la casa madrileña Visor en 2000 y ese mismo año el Fondo de Cultura Económica, la gigantesca editorial mexicana, publicó su Obra Entera y Ediciones de la Biblioteca de la UCV junto a Bid&Co, la bilingüe Selected Poems con traducciones de Rowena Hill.

Cadenas quien luego de ser preso por su participación en la huelga universitaria de 1952 fue expulsado del país por la dictadura militar, pasó su exilio en Trinidad y adquirió el dominio de la lengua inglesa y ha sido traductor de T.H. Lawrence, Walt Whitman, Vaslav Nijinsky, pero también de Cavafis, Segalen o Pessoa.

De su selección y traducción Walt Whitman Conversaciones (Monte Ávila 1992), extraigo en El Taller ”La prueba de la bondad o verdad de algo es el alma misma –lo que hace bien el alma, lo que alivia, refresca, alegra, inspira, consuela, etc.- eso es así, bastante fácil. Pero ¿doctrinas, sermones, lógica?” porque bien lo refleja.

Feliz cumpleaños poeta y maestro. Gracias por todo.

Ramón Guillermo Aveledo

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