#Opinión: Lara y el principio de Peter (1/2) Por: Edilberto Ferrer

A comienzos de la década de los setentas apareció una interesante obra -en realidad un “best seller”-  acerca de algunos aspectos de la gerencia, de lectura obligatoria para todo quien tuviera o aspirara a tales responsabilidades  “El Principio de Peter” de Lawrence Peter y Raymond Lull, el cual trataba acerca de los cambios en la competencia gerencial, generados por la elevación de la jerarquía a niveles superiores. De hecho, el principio indica que todos, de una u otra manera alcanzamos, en algún momento, tarde o temprano,  de alguna manera, después de haber sido competentes en la jerarquía anterior, alcanzamos  nuestro nivel de incompetencia, cuando ya no somos capaces de concebir, ni adoptar decisiones correctas. El Dr. Peter no inventó nada de cuanto expone en su obra, sino que se apoyó en un ingente número de experiencias desarrolladas a través de observaciones y asesorías como experto en eficiencia al servicio de, múltiples empresas, a lo largo de varios años; así como numerosas conferencias en varias Universidades, cuyo acervo le permitió proponer el célebre “Principio”, que, en este caso se concibe como “norma” o “ley” y por lo tanto sujetas a ser cumplidas o violadas, como parece repetirse en nuestra singular burocracia. Competencia, -para un sujeto con responsabilidadesgerenciales- consiste en su capacidad de percibir, analizar e interpretar señales o indicadores que le permitan discernir en casos de situaciones alternativas, la conveniencia, oportunidad, asi como lo  adecuado o correcto de una decisión significativa. Ninguna de esas situaciones es permanentes, sino muy dinámicas, susceptibles a cambios expeditos, según el momento, contexto y actores involucrados. Esto último es particularmente cierto en la burocracia, especialmente en la política, donde “…no hay amigos, sino aliados, ni enemigos, sino adversarios…” donde el adversario de ayer, puede ser el aliado de hoy (Maquiavelo dixit) -No hay más que considerar los gobiernos regional y locales de Lara para percibir este Principio- cuya médula establece que, en toda cadena gerencial, de cualquier índole, cada uno de sus actores está expuesto a que, a lo largo de su escalada -o eufemísticamente ese proceso de incremento del   poder  de decisión-  alcanza, en algún momento su “nivel de incompetencia”  Es decir, que cada sujeto, a lo largo de una cadena de ascensos –legítimos o no- logrados por su capacidad para tocar las teclas correctas  y adoptar las decisiones adecuadas, pierde esa habilidad, por lo que deja de ser competente. Uno de los primeros en hacer referencia a ese fenómeno, fue el filósofo J. Ortega y Gasset, quien, hace más de un siglo sentencio que “…todos los empleados públicos deberían descender a su rango inmediato inferior, porque todos han sido ascendidos hasta volverlos incompetentes. Como corolario de su famoso principio,, el Dr. Peter dedujo las  dos siguientes inferencias: “…todo puesto tiende a ser ocupado por un funcionario incompetente para desempeñar sus obligaciones…” y “…otros ineptos para las finalidades del cargo, en su desesperación se limita a repetir las rutinas a las que se dedicaba en su cargo previo…” De lo expuesto sobran ejemplos en la historia del mundo, del país y de la localidad, como es el caso de Hitler, político competente, ascendió a pésimo estratega militar; Sócrates, sabio y filosofo por antonomasia al elevarse a abogado y político incompetente, le costó la vida; Marco Aurelio, de gran filosofo, pasó a ser un pésimo emperador o Platón, de gran filosofo, acabó en esclavo por su in competencia para gobernar.
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