En Venezuela está amenazada la propiedad privada. No a nivel legal, ni económico, ni social. Está amenazada a nivel político y como en nuestro país tenemos un Estado que solamente atiende al interés político de perpetuar a una elite hegemónica en el poder, esta amenaza política contra la propiedad privada se convierte en algo que desborda lo legal, lo económico y lo social.
Expliquemos estas aparentes contradicciones. El Derecho al uso, disfrute y disposición de bienes privados está consagrado en nuestra Constitución. Tiene de esta manera la propiedad privada el máximo soporte legal posible. En Venezuela funciona, con todo y el establecimiento de controles, una economía de mercado donde a diario bienes y servicios son objeto de un intercambio comercial imperfecto pero al fin y al cabo dentro de parámetros capitalistas.
Pero no obstante estas condiciones sustentables para la propiedad privada, existe el propósito, expreso, de las instancias superiores de control en mantener la perpetuidad del mismo partido en Miraflores. El principal escollo que ha encontrado este plan o propósito hegemónico ha sido una resistencia ciudadana que se apalanca o sostiene sobre la plataforma de la economía privada, en tanto que a nivel del sector público de la economía existen mecanismos de control y presión que anulan toda disidencia política.
De esta forma tenemos que la nomenclatura socialista se maneja frente a este problema con un esquema militar de ataque, repliegue, ablandamiento y nuevos ataques. Como gran marco situacional de esta estrategia le ha puesto nombres de justicia popular sus planes. Con estos argumentos ataca selectivamente a personas y núcleos económicos donde ubica los mayores niveles de resistencia. Basta hacer memoria descriptiva de rescates, confiscaciones, expropiaciones o cualquier otro tipo de enajenación, para comprobarlo.
Para el éxito de esta avanzada el régimen cuenta como aliado con la posición pasiva de muchos de los perjudicados, quienes imaginan que jugando al bajo perfil pueden evitar o desviar la dirección de medidas oficiales en su contra, sin observar que es la defensa firme del derecho a la propiedad a nivel mediático lo único que ha contenido un mayor y más profundo despliegue arbitrario sobre la propiedad de los medios de producción. Precisamente porque las élites del oficialismo saben que sería peligroso socialmente desconocer de manera tajante y absoluta el paradigma consensual que resguarda este derecho.
Otro aliado del socialismo es la carencia que existe a nivel de algunas empresas en la aplicación de normas éticas. El ciudadano de a pie durante décadas ha sido víctima pasiva de especulación, sobreprecio, carteles, cobros indebidos y otra serie de irregularidades que inciden directamente contra su nivel de vida. Al régimen simular acciones orientadas a remediar estas distorsiones gana puntos con las mayorías y aprovecha para adelantar en sus planes de control político sobre la economía.
En resumen, el régimen avanza gradualmente, por etapas, por el camino de un mayor control social dentro del cual implica un progresivo desconocimiento de la propiedad privada, derecho natural convertido en derecho positivo en la Constitución de USA de 1775, en la Declaración de Derechos de la Revolución Francesa en 1789 y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
Esta visión de país es solamente compartida por un 15 por ciento de venezolanos, por decir una cifra exagerada. El régimen lo sabe y se da tiempo para avanzar según el antiguo consejo leninista de dos pasos adelante y un paso atrás. Actualmente tiene además el problema de la baja en la producción agropecuaria, el colapso de los servicios públicos y en fin, tiene severos problemas de gerencia. Pero con todo y eso los planes ideológicos no se cancelan y nuevamente vemos acometidas contra la propiedad privada.
La cuestión es que los gremios empresariales, puedan transmitir con eficiencia comunicacional las intenciones que subyacen debajo de estos procedimientos. Es bien difícil que alguien salga a marchar a favor de este sector, lo único que les queda es la trinchera de la opinión pública. Cuando la han utilizado correctamente han obtenido buenos resultados, o al menos satisfactorios para la subsistencia. Dios con nosotros.
Jorge Euclides Ramírez