Ha transcurrido una década de aquel 11 de abril del año 2002, cuando el Alto Mando Militar de entonces, se negara activar el Plan Ávila, para reprimir con la fuerza de las armas, la más grande manifestación pacifica contra el gobierno del presidente Hugo Chávez en lo que va del siglo y de cuyas consecuencias es mucho lo que aun esta por debatirse.
Lo primero en destacarse es sin duda, la improvisación entre la carta renuncia del presidente, leída por su propio ministro de la Defensa con la categórica expresión….”la cual aceptó“. Luego el evidente vacío de poder y la asunción del doctor Pedro Carmona Estanga, en cuyo primer decreto destituyera los Poderes Públicos, permitiéndose el retorno de Chávez a la presidencia.
De la carta renuncia se denotço la ya conocida cobardía de Chávez, exigiendo solo un avión que lo llevara a Cuba, hasta olvidándose de los suyos y abrazados a unos sacerdotes que después mandara al
infierno, al que ahora teme, con miedo indigno. En esa confusión, estuvo ausente la representación partidista y quienes estuvieron reunidos en un canal de televisión, fueron incapaces de alertar ese vacío de poder que existió, hasta que el general Raúl Baduel advirtiera un desconocimiento a la Constitución. A la que estaba dispuesto a restituir A la improvisación de aquel 11 de abril, llegamos a diez años de más improvisaciones, incluso acentuadas, con motivo a la enfermedad del presidente, que de una realidad lamentable, pero manejable, de acuerdo a la ciencia, ha pasado ha ser, una especie de novela de intrigas, que patológicamente forma un síndrome de “altas tensiones” en la sociedad
y más angustiante entre quienes puedan estar como “caimanes en boca de caño”, con los cuales los medicamente pudieran ser peor que la enfermedad y ante ello, no es irresponsable preguntarse: ¿En ese
escenario habría vacío de poder?
Por supuesto que si, partiendo de la premisa que en una democracia plena, la autonomía de sus Poderes Públicos son garantes del Estado de Derecho, que a diez años de esos hechos, han sido absorbidos en la
insustituible persona de Chávez Frías, salvo el cogollo que integra con los hermanos Castro, no hay en Venezuela, quien pueda en las buenas y las malas, dialogar con el Jefe de Estado quien desde su monólogo dominical imparte órdenes, no importa cómo se las interprete, porque le deja margen para maniobrar de acuerdo a sus intereses. Ese secuestro institucional, dócilmente aceptado por quienes constitucionalmente tienen roles de primera, están como los peloteros jugando banco y son las principales victimas de ese síndrome de “altas tensiones” ¿y del como, amanece el presidente? y un Estado de Derecho, no se puede manejar al capricho de una persona. 74 veces ha estado el presidente Chávez tratándose su enfermedad en Cuba, exponiéndose a sus consecuencias de no guardar un exigido reposo, por la desconfianza que se tiene a si mismo dependiendo solo de los Castro.
Hoy, repetirá la cantaleta del golpe, pero nunca del que intentara dar, aquel 4 de febrero de 1992, y los muertos que dejara, aun insepultos y nos hipnotizara de improvisaciones en cadena de cuanto
perol suene. Se olvidará, que se sintió un Jesucristo flagelado en los días santos y le dará insultos a quien le provoque, la violencia es su estilo, el mensaje para la actuación lo que nos recuerda que en
cierta ocasión, Gonzalo Barrios, refriéndose al doctor Rafael Caldera, sempiterno candidato presidencial, señaló…”que en Venezuela sin Caldera de candidato, no serían elecciones”. Pues bien, en el
caso de Chávez, como releccionista, sin violencia dejaría de ser Chávez.
Esas mismas elecciones, convocadas para el siete de octubre, están enmarcadas en improvisaciones, comenzando, por si Chávez podrá sentirse físicamente apto para presentarse a la contienda y ello
pueden saberlo solo, los Castro, acaso las encuestas, puedan sugerir las nuevas estrategias del presidente y ¿como se pueda concluir todo? Depende de él, y el país que se hunda. ¿Quién en el PSUV va exigir transparencia, en el presente inmediato, que nos espera misteriosamente y, a lo que no hay derecho. Los países no envejecen, ni se enferman y sus ciudadanos son los mueren, no el país, por lo que, hay razón a pensar en un evidente vacío de poder, porque quien lo detenta, lo personalizo y esta enfermo.
Las precedentes líneas vienen al caso, ante la reciente propuesta de Henry Ramos Allup, Secretario General de Acción Democrática de un “Diálogo Necesario” que citamos textualmente…”Comprobada su
mortalidad, Chávez debe someterse a los rigores de un diálogo con la Oposición, y ésta debe tener firmeza para proponerlo como una manera de evitarle a la república los que serían muy severos daños”… (El Nuevo país 01.03.12) y ese diálogo debe ser de cara al país, nunca, el borrón y cuenta nueva.
Picapedrero: ¿Vacío de poder? …La cual aceptó
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