Este domingo 16 de diciembre, el pueblo venezolano participará cívica y democráticamente, en el proceso electoral para elegir a los Gobernadores de Estado y Diputados a los Consejos Legislativos, que forman los organismos políticos representativos a escala regional. Una característica fundamental reviste este animado escenario electoral, como lo es: el puntual ejercicio de la alternabilidad en las funciones públicas, que consagra expresamente nuestra Carta Magna. El acatamiento a esa imprescriptible norma, es afirmación inequívoca, que la democracia es el compromiso del ciudadano con la ley.
Considerado este gran debate electoral como proceso nacional, que abarca físicamente todo el país, alcanza estas específicas dimensiones totales: participarán en el proceso comicial 17.421.946 electores, debidamente inscritos en el Registro Electoral Permanente. Están para ser instaladas, conforme a la ley 36.220 Mesas de Votación, para elegir 23 Gobernadores de Estado y 175 Legisladores Regionales. Visto así, en discriminación de votos y de representantes a elegir, salta a la vista, la gran tarea de pedagogía electoral y de concepciones y actividades cívicas, que fue indispensable desarrollar, para el logro de estas metas previstas, lo que pone de manifiesto, ante lo magno y trascendental del proceso, que Venezuela alcanzó ya una categoría de pueblo apto para la vida y el ejercicio de la democracia.
De este proceso mucho satisface la circunstancia alentadora del alto grado de madurez democrática alcanzado por el pueblo, que sabe participar, con idoneidad y espíritu cívico en los procesos electorales, que tiene la convicción sostenida que votar es la interacción del pueblo con la soberanía, lo que indica, la votación es la única fuente de legitimidad para el acceso a los cargos electivos. Desde el afortunado día 27 de septiembre de 1946, en Venezuela se ejercita, con vocación y pulcritud, el sistema de voto directo, universal y secreto y desde tan memorable fecha todos los procesos comiciales, son nítidas demostración que en el país nacional arraigó el voto directo con irrevocable afirmación cívica y democrática.
La continuidad sistemática de un proceso electoral sujeto a normas y previsiones constitucionales, el ejercicio de una prensa libre, liberada de hegemonías militares ni políticas y el libre funcionamiento de partidos políticos de filiación democrática, son las condiciones requeridas para la existencia de un sistema de organización política susceptible de absoluta libertad.
Este es el marco institucional, en sus normas y principios que anhelamos como permanente disfrute del pueblo venezolano. Es cierto, nuestra más profunda aspiración, es disponer de un régimen de absoluta e integral democracia. Queremos democracia y no demagogia. Libertad y no libertinaje. Nuestro proceso electoral, desde la época del Libertador, se rige por normas claras y de rango constitucional, por una Ley Orgánica especifica, atinente a la materia electoral y por resoluciones administrativas, sin odiosas exclusiones.
Aun nos falta estabilizar un sistema electoral, pleno y estable, que siembre confianza en el electorado, independiente y autónomo, que no lo ligue ningún dispositivo con el Poder Ejecutivo y que sin subterfugios ni incongruencia, aplique sus majestad jurídica a una decisión inflexible, signo de equidad y transparencia, para que el pueblo tenga profunda fe en sus dictámenes institucionales y en su verticalidad de árbitro, sin ánimo de dolo, fraude o engaño.
El próximo 16 de diciembre, el pueblo como en una gran fiesta cultural y cívica, con el recuerdo puesto en el Libertador y en las gestas libradas por la libertad, el pueblo concurre con férvido espíritu histórico a ejercer el sufragio, convencido que es por el sistema cívico y democrático del voto como podemos alcanzar la paz, convivencia y unidad y la renovación moral de la Republica. De este institucional debate están excluidos los expedientes de la violencia.
