Además de la originalidad de lo escrito y bien dicho por Domingo Alberto Rangel, junto con el valor de sus convicciones y honestidad a prueba de balas recibió por ello, apoyo de muchos ajenos a su manera de pensar. Muchos medios se disputaban la publicación de una columna fija de este eminente escritor. En Bogotá, exilado, recibió el encargo de García- Peña, director de El Tiempo para escribir para ese medio conservador y fue su amigo el doctor Eduardo Santos, ex Presidente de Colombia, representante del ala más derechista del Partido Liberal. Sin embargo hizo de Domingo Alberto el virtual Jefe de redacción de la Revista de América, a pesar de éste saber de sus contactos con los comités gaitanistas de los barrios más bravos de Bogotá, sin importarle su condición de extranjero, “La patria es América”, Rangel, señalaba Alberto Galindo cuando recibía sus notas periodísticas en su oficina.
En Barranquilla, cuando el pueblo estaba manifestando contra el único espanta pájaro golpista que ha tenido Colombia, en compañía de unos pocos exilados, salimos a acompañar al pueblo en su lucha contra Rojas Pinilla. En un convertible viejo, propiedad del amigo Angel Bonfanti, de muy grato recuerdo, recorrimos las calles con los estudiantes, rompiendo el viento y la hipócrita condición de las fronteras geográficas con banderas de los dos países. El Heraldo diario barranquillero, destacó nuestro sentimiento de solidaridad ocurrido una semana antes de derrumbarse aquel comandante presidente. Al despedirse de sus amigos bogotanos camino a Venezuela a ayudar a Simón Sáez Mérida al frente de la Secretaria General de AD, el partido de la resistencia, no pudo escribir más. Caí preso, dice domingo: “Me delató Angel Burelli Rivas, personero infame porque lo es de profesión”.
Los espadones han conseguido complicidad en algunos representantes del intelecto. Cuenta Simón Sáez que, desafiando las normas de seguridad, visitó en sus casas a Mariano Picón Salaz y a Pastor Oropesa para pedirles que no prestigiaran con su presencia la llamada Semana de la Patria, celebrada por el Comandante Presidente Marcos Pérez Jiménez. Los dos alegaron que no podían poner en peligro su integridad física. Siempre aparecían en lugar de honor en la tribuna de ese teatro de baratijas montado todos los años. Luego de la huida del Comandante Presidente en La Vaca Sagrada, Domingo Alberto fue invitado por Nelson Luis Martínez, Director de “Últimas Noticias” en la página literaria de ese tabloide de fama añeja entre los intelectuales de América. En varias oportunidades fueron los representantes del poder, entre ellos los dos reyecitos, Betancourt y Caldera, como los llamó Moisés Moleiro, a pedirle a Capriles, Presidente de la cadena, que no publicara la columna de Domingo Alberto. El señor Capriles, conocido conservador, le pidió a los solicitantes que le presentaran otro columnista de la talla de Domingo Alberto Rangel y con gusto los complacía. Dice Domingo que nunca le impusieron una línea editorial, le daban libertad para expresar sus ideas sin impedimento alguno. Cuando encabezó a los jóvenes que nos fuimos con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el léxico de Domingo Alberto se convirtió en fogón encendido. Para ese momento no hubo problemas con la Cadena, porque el señor Rómulo Betancourt le allanó la inmunidad parlamentaria y fue directo a los calabozos del Cuartel San Carlos.
A Domingo Alberto provoca leerlo y practicar sus enseñanzas. Yo he comprado los medios donde escribió solamente por leer sus trabajos. En su último artículo en un semanario respetable, se refirió a Las Olimpiadas, bellas jornadas de paz de la antigua Grecia poco conocidas en su época por la falta de la comunicación. Pues parece que lo leyeron los griegos. Me llegó la noticia de la orden del gobierno griego de desenterrar completo ese Templo de El Olimpo.
En las paredes de mi habitación tengo colgados sus artículos como Los Tulipanes de Van Gogh y, cuando nos hiere el apagón socialista, plasta arzobispal de esta escoria en función de gobierno, valiéndome de una lamparita de batería, calmo la ira, para no decir la palabra expedita, leyendo a Domingo Alberto Rangel. Sobre todo cuando dice que en Venezuela han gobernado los peores. Los Buitragos y Pernaletes con sus Mujiquitas, plumarios de los capitanes de la Colonia y los de ahora.
#opinión: Domingo Alberto Rangel por: Obdulio Trujillo Ortega
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