Artesanos, comerciantes, pero ante todos garantes de una tradición que se sostiene por encima de la crisis, de la cual los vendedores de pesebres y adornos navideños apostados entre las avenidas 19 de Abril y Rotaria, en San Cristóbal, no se han salvado, y que ha llevado a la reducción de puestos de ventas, que allí abren durante toda la época navideña.
De los cerca de 250 quiosqueros que por el tramo colindante con la Policlínica Táchira y Residencias El Parque, incluso hasta altas horas de las noche, llegaron a verse, hoy apenas se mantienen vigentes unos 10, y en horario limitado. Unos pocos que ya llevan muchos años en el rubro, como por ejemplo el caso de la señora Cora Hernández, con 40 años, mientras que los más “bisoños” se han dedicado a esta actividad desde hace 15 años.
Sobre el comportamiento de las ventas en este año, las opiniones han sido diversas. Unos dicen que apenas lo que se gana, si alcanza para comer, es mucho; otros prefieren no quejarse, aunque por supuesto admiten que “la cosa ha estado fuerte, y marcha lenta”; y que muy lejos están de la bonanza de otras temporadas.
“Nuestro compromiso –afirmó Leonisa Romero- es no perder la tradición, y no perder la oportunidad que ella da de pasarlo en familia, ya sea para construir entre todos un pesebre o un arbolito, o de propiciar la reunión de los seres queridos en torno a ellos. Hay gente que prefiere comprarnos a nosotros, que darle vida a otros países, ya que no podemos ser tan egoístas con nosotros mismos, y contribuir negativamente a que estos negocios tradicionales sigan cerrando”.
Agregó no estar en contra de que vayan a Colombia, “pero deben acercase por acá y apoyarnos. No nos dedicamos exclusivamente a ofrecer productos, pues gran parte de esto viene de nuestras propias manos. Aquí, en el Táchira, hay mucha creatividad, aquí hay mucho profesionalismo, para soportar cualquier situación adversa. Hay gente que se sienta a llorar, pero no podemos limitarnos a eso: hay que seguir adelante, ¿qué más vamos a hacer?”.
Muchos años de vida de esta modalidad comercial, característica de los meses de noviembre y diciembre, donde se han sorteado muchas crisis, y se ha aprendido de ellas, obligando a diversificar las mercancías, y mucha de la materia prima que de ellos ha estado durante décadas en el negocio, lapso durante el cual muchos cambios se han presentado, uno de ellos en la actualidad la diversificación de la mercancía y la variedad de materiales con que ella se elabora.
Para este año, la venta de la madera o de la leña se ha intensificado, pues ya no solo representa un elemento decorativo o alimenta la hoguera para calentar las hallacas, sino que prácticamente se ha convertido en el combustible de muchos hogares, a falta de gas. Por cada atado de leña se está cobrando alrededor de 3 mil pesos.
Para hablar de precios –aunque hay muchas diferencias, dependiendo del establecimiento y de la calidad de lo adquirido-, un nacimiento con su Niño Dios, María, San José y los Reyes, puede partir de los 150 mil bolívares.
Las casitas en que ellos se colocan se consiguen desde los 100 mil bolívares, mientras cada figurita de Belén o casitas de barro y cartulina, a pequeña escala, se oferta en 20 mil bolívares.
Las luces más económicas este año se venden sobre los 100 mil bolívares; no obstante, el tipo y el tamaño elevan el precio enormemente. El papel artesanal, por metros, se consigue en 20 mil bolívares, que en estos últimos años ha remplazado al papel escarchado, muy encarecido. Por supuesto, se puede pagar en bolívares en efectivo o en pesos, una divisa que ha dado en esta oportunidad un nuevo aire a las ventas.
Pero la lista no se queda aquí: la Navidad, simbolizada especialmente por el árbol y el pesebre, incluye un sinnúmero de souvenirs, productos comestibles, bebidas, prendas de vestir, etc., muchos de los cuales usted podrá conseguir en estos tradicionales quioscos, pues, como afirmó la señora Aura Rosales, “hay que vender lo que sea”.
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