En Chile los viernes no anticipan un descanso. Como en semanas anteriores, miles de chilenos volvieron a las calles para manifestarse y exigir profundas mejoras sociales en un país remecido económicamente por violentistas que aprovechan las marchas pacíficas para destruir.
Desde la convulsión que estalló hace 50 días ha disminuido drásticamente la magnitud de las protestas que, sin embargo, reviven todos los viernes. Muchos continúan marchando impulsados por el recuerdo de una histórica concentración de más de un millón de personas a fines de octubre.
Los manifestantes empezaron a reunirse a media tarde y crecieron en número al atardecer con personas de todas las edades que agitaban banderas nacionales y mapuches, la etnia originaria de Chile que resistió por 300 años a los conquistadores españoles.
El punto de reunión en Santiago es la Plaza Italia, rebautizada como Plaza de la Dignidad, donde los violentistas destruyeron hace semanas los jardines, las veredas y las tiendas cercanas. También saquearon una iglesia en noviembre y usaron las bancas para levantar barricadas.
Grupos de encapuchados se enfrentaron a la policía a pocos metros de la concentración.
Protestas similares se repitieron en ciudades del norte y sur del país. En el vecino puerto de Valparaíso los manifestantes expresaron pacíficamente sus exigencias y, cuando empezaban a retirarse, enmascarados se enfrentaron a la policía. Ocurrió algo similar en Concepción, 500 kilómetros al sur de Santiago, y en Temuco, más al sur.
“Nosotros no podemos bajar los brazos, hay que seguir esto porque ellos (el gobierno) no nos ha dado absolutamente nada de lo que el pueblo está exigiendo”, dijo a The Associated Press una mujer que se identificó como Erika.
Desde mediados de noviembre creció drásticamente el número de encapuchados que saquearon y destruyeron casi 15.000 pequeños y medianos comercios. Hasta ahora se han visto afectados unos 75.000 empleos, según informó el ministro de Economía, Lucas Palacios.
Fabrizio Termini, un egresado de derecho 31 años, dijo a la AP que después de manifestarse durante las tres primeras semanas que siguieron al estallido social del 18 de octubre, la violencia lo impulsó a dejar de protestar públicamente.
Decenas de comercios empezaron a cerrar sus puertas varias horas antes del horario acostumbrado y también disminuyeron los clientes.
El Banco Central informó recientemente que el crecimiento de la economía chilena se contrajo un 3,4% en octubre en comparación con igual mes dl año anterior. El PIB de Chile en 2018 se expandió en un 4.0%.
La víspera, el ente emisor informó de una drástica caída en la proyección del crecimiento de entre un 2,25% a un 2,75% de septiembre, a sólo un 1,0% en 2019 y a entre un 0,5% y 1,5% en 2020.
El desempleo, que hasta octubre último era de un 7,0%, podría alcanzar las dos cifras en los próximos meses. En noviembre último, unas 62.000 personas fueron despedidas por “necesidades de la empresa”, según informes oficiales.
El gobierno del presidente Sebastián Piñera ha prometido mejoras en las pensiones de 138 dólares mensuales de los más pobres, en el ingreso mínimo, una rebaja en los salarios de los congresistas y un pequeño incremento en los impuestos de los que ganan unos 11.000 dólares por mes, un bono por una vez a los más desfavorecidos, entre otras ofertas, pero no hay cambios estructurales que mejoren, por ejemplo, la salud, la educación y los salarios.