#OPINIÓN Cronicario: El café árabe en 2015 fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad #6Dic

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Universalmente el café es conocido como la bebida de los buenos días pero hace apenas cuatro años, el 2 de diciembre de 2015 cuando el café árabe fue declarado por la Unesco, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en la reunión celebrada en Windhoek, la capital de Namibia, propuesta presentada por Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos y Omán.

Este sábado en el Centro de Historia Larense, a las 9.30 de la mañana, Carlos Gimenez Lizarzado, Maximiliano Pérez y este cronista estaremos conversando de este grano de consumo mundial y la entrada es libre, parte de la conclusión de actividades por este año de la Fundación Casco Histórico de Barquisimeto que cerrarán con un concierto de la orquesta Mavare en la plaza Lara, en la carrera 17 con calle 23.

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Muchos creen al café un invento de los árabes como bebida aromática para sus gustos, otros piensan que los cafetos son flora natural de la península de Arabia, pocos saben la historia verdadera de esta bebida, la más consumida después del agua: En todo el mundo se toman todos los días dos mil millones de tazas.

El café es la bebida obtenida a partir de los granos tostados y molidos de los frutos de la planta del café, altamente estimulante por su contenido de cafeína. Se le conoce como un tonificante o estimulante y más propiamente como un energizante a través de la cafeína, alcaloide también presente en el mate, el y el chocolate, parte del conjunto de las xantinas, familia de compuestos relativamente no tóxicos presentes de forma natural en algunos alimentos, produciendo efecto estimulante en el sistema nervioso.

La cafeína es una sustancia diurética, cardiotónica que aumenta la eficiencia de la función cardíaca al disminuir el consumo de oxígeno y estimula el sistema nervioso central. Un proverbio árabe del siglo XVII señala: “El café, bébelo sin remordimientos. Su aroma quita los nervios y su consumo los problemas de la vida cotidiana”. En el mundo sobresalen por su importancia comercial, la especie de los cafés arábigos, casi las tres cuartas partes de la producción mundial y se cultiva principalmente en Centro y Sudamérica.

La palabra «café» viene del árabe qahwah que significa «estimulante». De allí pasó al idioma turco con el nombre de «kahveh» y luego pasó al italiano «caffè», al idioma inglés el «coffee» ingresó en 1582 a través del koffie holandés y en castellano la palabra café está registrada a principios de 1700.

Un posible origen de la palabra se encontraría en el Reino de Kaffa en Etiopía, de donde procedería la planta del café, llamada allí bunn o bunna. El cafeto tiene su centro de origen en la lejana Abisinia, actual Etiopía, en el oriente de África, probablemente originario de la provincia de Kaffa, cuestión no comprobada. La historia del café se remonta al siglo XIII, aunque su origen sigue sin esclarecer y se cree que los ancestros etíopes
del actual pueblo oromo fueron los primeros en descubrir el efecto energizante de los granos de la planta del café, aunque no se ha hallado evidencia directa que indique en qué parte de África crecía o qué nativos lo habrían usado como estimulante o lo conocieran antes del siglo XVII.

Se cree que fue propagado desde Etiopía, a Egipto y Yemen. La evidencia creíble más temprana de cualquier bebida de café o conocimiento del árbol del café o cafeto aparece a mediados del siglo XV, en los monasterios sufí de Yemen. Fue en Arabia, donde los granos de café fueron tostados y molidos por primera vez como en la actualidad.

Para el siglo XVI, se había expandido por el resto del Medio Oriente, Persia, Turquía y África del Norte, luego a Italia y el resto de Europa hasta Indonesia y el continente americano.

Existen relatos legendarios probablemente apócrifos (fabulados, inventados, ficticios) sobre el origen del café. Uno de ellos involucra al místico sufí yemení Ghothul Akbar Nooruddin Abu al-Hasan al-Shadhili. Según esta leyenda, mientras viajaba por Etiopía, observó unas aves de inusual vitalidad por comer de unas bayas rojas y al probarlas experimentó la misma vitalidad.

Otro relato involucra al pastor de cabras, Kaldi, criador etíope del siglo IX quien habría descubierto el café, pero este apareció en 1671. Kaldi se percató de los efectos energizantes cuando su rebaño mordisqueó las bayas rojas y brillantes de cierto arbusto, mascando la fruta en sí. Kaldi llevó las bayas a un venerado musulmán en un monasterio cercano, quien desaprobó su uso y lo echó al fuego, de donde emergió un aroma atrayente. Los granos tostados fueron extraídos de las brasas y disueltos en agua caliente con sal, produciendo la supuesta primera taza de café.

Se cree que las tribus africanas sabían del café desde la antigüedad, molían sus granos y elaboraban una pasta utilizada para alimentar a los animales y aumentar las fuerzas de los guerreros.

Yemen fue un importante centro de cultivo desde donde se propagó al resto del mundo árabe. Se extendió en primer lugar en la vecina Arabia, probablemente llevado por prisioneros de guerra, donde se popularizó aprovechando la prohibición del alcohol por el Islam.

La primera evidencia creíble del consumo de café o el conocimiento del cafeto aparece a mediados del siglo XV, en los monasterios sufíes de Yemen, quienes lo usaban para mantenerse alertas durante sus devociones. Los sufíes en Yemen y los peregrinos a La Meca solían tomar café para mantenerse despiertos y adorar hasta altas horas de la noche cuando otros dormían.

Una traducción del manuscrito de Al-Jazari, rastrea la propagación del café desde el actual Yemen hacia el norte hasta La Meca y Medina, luego a las ciudades más grandes de El Cairo, Constantinopla, Damasco y Bagdad. Descubrimientos recientes de un equipo arqueológico británico, aún por confirmar, dejan entrever la posibilidad de que su uso comenzara a partir del siglo XII, en Arabia.

Su consumo fue prohibido por su efecto estimulante por imanes conservadores y ortodoxos en una corte teológica en La Meca en 1511. Estas prohibiciones fueron revocadas en 1524 por el turco otomano Sultán Suleiman con la autorización que permitía su bebida. En El Cairo, Egipto, se instituyó una prohibición similar en 1532 y los cafés y almacenes que contenían granos de café fueron sancionados.

Gran parte de la popularización del café se debe a su cultivo en el mundo árabe por los monjes sufíes en el siglo XV, exportado a través del puerto yemení de Moka. La primera cafetería abrió en Constantinopla en 1475.

A través de miles de árabes que peregrinaban a La Meca el disfrute y la cosecha del café, se extendió a otros países árabes, Egipto y Siria, finalmente, a una mayoría del mundo hasta el siglo XVI.

El café, además de ser esencial en el hogar, se convirtió en parte importante de la vida social. Las cafeterías, se convirtieron en «escuelas de sabios», lugares de discusión intelectual, además de centros de relajación y camaradería. La cultura del café comenzó en el mundo árabe, se extendió a otras áreas del mundo y se mezcló con la cultura local.

En 1583, el médico alemán Leónard Rauwolf, recién llegado de un viaje de diez años por Oriente Medio en busca de hierbas medicinales, fue el primer occidental en describirlo: “Una bebida tan negra como la tinta, útil contra numerosos males, en particular los males de estómago. Sus consumidores lo toman por la mañana, con toda franqueza, en una copa de porcelana que pasa de uno a otro y cada uno toma un vaso lleno, formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu”.

Agitados debates acompañaron la introducción del café en el mundo islámico. El 20 de junio de 1511 el emir Khair Bey observó a unos hombres tomando café y convocó a doctores y juristas para decidir si la bebida se ajustaba al Corán, la biblia musulmana. Hizo cerrar las cafeterías con una campaña de perjuicios, al enterarse que las críticas a su poder venían de bebedores de café. El cierre causó protestas y el gobernador de Egipto canceló la prohibición.

El entusiasmo por el café era tal que una ley turca de la época sobre el divorcio precisaba que una mujer puede divorciarse de su esposo si éste no llegaba a proporcionarle una dosis diaria de café. En 1630 había mil cafeterías en El Cairo. Gracias a los mercaderes venecianos alrededor de 1600 el café llegó a Europa.

Juan José Peralta

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