Rubén Limardo se alzó con el premio Atleta del año 2012, en la mención aficionado, y con ello le pone un listón dorado a un gran momento deportivo que se vio encumbrado con el título olímpico logrado por el esgrimista en los Juegos de Londres, el primero de agosto reciente.
“Es una emoción muy grande que no encuentro cómo expresarla. Lo primero que me viene a la mente es dedicarle esto a todo mi país. Es el triunfo de un equipo de trabajo que desde hace muchos años estamos juntos. Eso es por todos”, relató Limardo al hilo telefónico minutos después de conocer la decisión que era una victoria cantada.
El 2012 Limardo encontró su propio espacio en la historia deportiva de Venezuela. Luego de 44 años, hizo sonar el “Himno Nacional” de Vicente Salias y Juan José Landaeta en una noche mágica para la esgrima latinoamericana en los Juegos Olímpicos de Londres.
Su victoria frente al noruego Bartoz Piasecki le hizo merecer la medalla de oro en el evento de espada masculina individual, algo que no hacía un venezolano desde el boxeador Francisco “Morochito” Rodríguez quien fue campeón en los olímpicos de México 1968.
“Este ha sido un gran año para el deporte venezolano. Mi medalla de oro es solo uno de las grandes cosas que pasaron. Félix Hernández hizo un juego perfecto, Antonio Díaz revalidó su título de campeón del mundo, Pastor Maldonado ganó en la Fórmula Uno y Miguel Cabrera hizo la triple corona de bateo y más valioso en el béisbol de grandes ligas. Son muchas buenas noticias, también en el deporte de alto rendimiento”, comentó.
El campeón olímpico dedicó palabras de felicitación a todos los ganadores. “Todos y cada uno se lo merece”, dijo. “Este premio viene a poner un broche de oro a un año que servirá de impulso para mis próximos objetivos. No se me puede quedar por fuera un reconocimiento a mi preparador José Velásquez, al entrenador Ruperto Gascón, a mis hermanos de la esgrima en Bolívar y a todos en casa”.
Limardo estará en Venezuela este diciembre para disfrutar de los homenajes que le quedan. Luego tomará vuelo hacia Europa, su centro de entrenamiento y residencia deportiva, en lo que será el comienzo de un ciclo.
“Mi meta es seguir hacia adelante en mi deporte. Soy el número dos del mundo y quiero cerrar el 2013 como el número uno. Tengo ocho copas del mundo, el campeonato panamericano y el mundial de Budapest (Hungría) en agosto. Quiero ganarlo todo”, sentenció.
Las raíces
Norys Gascón forjó la historia, como buena labradora, del apellido Limardo en el mundo de la esgrima venezolana.
Hizo del estado Bolívar un búnker desde el cual impulsó la carrera de su hijo Rubén y sus otros hermanos Luis y Francisco.
La clasificación de los Limardo-Gascón a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 fue el paso inicial para darle forma al proyecto que ya venía en ascenso. Vital fue la formación de su tío, Ruperto, como maestro de armas de la escuela francesa y polaca.
Lo que antes fue una rutina hoy en día es una anécdota. Primero fueron las lecciones en video, saltaron a correos electrónicos y con la era del multimedia la video conferencia y el chat social fueron los canales de estudio para ellos.
Ruperto, desde Europa, se posaba frente a la webcam de su laptop y, al otro lado, un grupo de atletas guayaneses en la casa de Mary Gascón recibían la clase alrededor de un monitor de la PC. Para ser mucho más explícito, el entrenador tomaba un lapicero con el cual simulaba tener una espada en mano. Paso a paso, movimiento adelante y atrás, mejoraba los toques de sus pupilos.
El éxito no tardó en llegar y pasó de dominar las válidas regionales hasta infundir respeto en cualquier pedana latinoamericana.
Limardo heredó un camino que ya había transitado con mucho éxito Silvio Fernández padre, en los años setenta, y su hijo homónimo en la década del nuevo milenio. Eran ellos los máximos exponentes hasta que los bolivarenses aparecieron en la escena.
Este es apenas un retazo de la historia íntima de una vida llena de éxitos rotundos.
Foto: Reuters/Archivo