Dictamen
Las tiranías absolutistas, de derecha o de izquierda, para poder prevalecer deben vencer a la verdad, y sustituirla por la propaganda oficial y la mentira descarada que gracias a su frecuencia termina siendo creíble. De esta manera los pueblos pierden un derecho fundamental que es el acceso a la información cierta, quedando a merced de la ficción oficial que los manipula a su antojo. Hitler fue eficaz en esta materia, cambiando la historia, la ciencia y hasta la realidad vigente, con un aparato de propaganda hasta ese momento sin precedentes. La cercana Cuba castrista también es un claro ejemplo de la manipulación que desde el poder absoluto se genera para controlar a las masas. Y lamentablemente Venezuela ya es un modelo de esta atrocidad.
La enfermedad de Chávez pone en evidencia la precariedad del valor de la verdad dentro del régimen revolucionario y el poco o nulo acceso que tiene la ciudadanía a la información cierta y oportuna sobre asuntos públicos de interés colectivo. Ya llegamos al punto de que Chávez se desaparece por semanas sin que nadie se sienta obligado a informar sobre su agenda o paradero. Un presidente en ejercicio y reelecto viaja sorpresivamente a Cuba en el más estricto secretismo sin fecha de retorno, y sus voceros tienen la voluntad de decirnos que el pueblo votó por eso, no para que Chávez ejerciera efectivamente el poder, sino para que se fuera a otro país sin dar la cara. Lograron prostituir tanto la verdad que perdimos incluso el interés en conocerla, aceptando como válido el hermetismo en torno nada menos que a la salud del presidente de la república. Y pero aún, lograron acomplejar a muchos que aceptan como válido que es un irrepesto o una impertinencia hablar del tema.
Una cosa es el tema médico de su salud, con el cual se puede tener discreción, y otra muy distinta es el aspecto político relacionado al abandono del cargo, por las razones que fueren. Se trata de un vacío de poder claro, que deja al país a la deriva y a la merced de herederos ilegítimos que desde ya hacen lo que se les place, porque “cuando el gato se va hacen fiesta los ratones”. Lo cierto es que Chávez le mintió al país cuando dijo que estaba recuperado y en condiciones de ejercer un nuevo mandato. Lo cierto es que la oposición tenía razón cuando pidió un parte médico oficial para constatar la verdadera condición de salud del mandatario y hacerlo del dominio público como sucedió en Colombia, Argentina y Brasil con casos similares. Si nos descuidamos podemos convertirnos en otra Cuba donde le muestran a la población cada seis meses una foto de un Fidel casi momificado y la gente todavía se complace diciendo que está “duro como un roble” y “más vivo que nunca”. El engaño debe ser castigado y condenado por la población, mientras todavía tengamos acceso a cierta información libre. Chávez no tiene la culpa de enfermarse, pero tampoco tiene derecho a engañar a un pueblo para beneficio de un partido político y de una elite militar.
Si Nicolás Maduro y Diosdado Cabello quieren ser presidentes, pues que ganen una elección, pero mientras tanto no podemos aceptar como normal que manden al jefe a otro país mientras ellos se reparten el poder como si esto fuera una finca. Chávez podrá aparecer en cualquier momento, pero eso no significa que está en capacidad de ejercer su cargo. Venezuela necesita y merece un Presidente a tiempo completo, y si lamentablemente no es posible con Chávez, entonces la misma constitución prevé los mecanismos a seguir. En cualquier caso, insistimos que las elecciones regionales cobran cada vez mayor importancia y pueden ser claves para definir el futuro del país. En este sentido hay solo dos caminos a escoger el 16 de diciembre, el chavismo sin Chávez o la unidad democrática.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
@chatoguedez
