“Podrán golpearme, romperme los huesos, matarme, tendrán mi cadáver, pero no mi obediencia”, creo propicio comenzar con esta cita de Gandhi, que asemeja la realidad que viven hoy, los más de 540 presos políticos del régimen de Maduro. Una voz disidente es luz en medio de la oscuridad, distinto a lo que piensa el régimen que criminaliza a todo aquel que piense diferente.
Mientras Venezuela atraviesa por la peor crisis de su historia, Maduro y su grupo solo buscan tapar, torpemente, su incapacidad silenciando a través del miedo, la persecución, la intimidación, la violencia, el encarcelamiento y hasta la muerte aquellas voces que buscan la libertad, la verdad y el rescate de la democracia.
Mandela decía que “un hombre que le arrebata la libertad a otro es un prisionero del odio, está encerrado tras los barrotes del prejuicio y de la estrechez mental”, esto lo vemos a diario en Venezuela como consecuencia de disentir a lo que dice el régimen.
Muchos son los nombres de jóvenes, dirigentes políticos, uniformados, periodistas y diputados, que han conocido la realidad del encarcelamiento, han vivido en carne propia la injusticia de la tortura o les ha tocado ver a la muerte llegar, por el simple hecho de alzar la voz y decir “¡no estoy de acuerdo!”.
Yo alzo la voz y digo que soy uno más en esta inmensa mayoría. No me presto para ocultar la realidad de mi país. Venezuela y el mundo saben que la tragedia que afrontamos es consecuencia de un régimen que en 20 años solo ha ofrecido miseria, hambre y sufrimiento. Han demostrado que su principal motivación es el poder.No les importa el bienestar de los venezolanos ni su futuro. Han dejado claro que para perdurar en el poder son capaces de cualquier cosa, al tiempo de graduarse como unos incapaces para resolver los problemas del país.
Hace unos días se cumplió un año de la injusta detención de mi amigo, el diputado Juan Requesens. También mi compañero, el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, fue arrestado como medida de coerción y amedrentamiento. Vimos con dolor la muerte del concejal Fernando Albán en condiciones inexplicables, así como el fallecimiento del Capitán de Corbeta Acosta Arévalo, caso que aún se mantienen en secreto. Como ellos, muchos nombres conocidos, ninguna casualidad que todos formemos parte de un mismo equipo. El equipo de Venezuela, de ese país de progreso y futuro que todos queremos, y por el que llevamos años trabajando.
Los venezolanos estamos más unidos que nunca para exigir la libertad de todos los presos políticos. Sabemos cuál es nuestro objetivo. Estamos organizados y encaminados en una causa común. Pensar distinto no es delito y querer un país diferente tampoco. Ante el reto histórico que nos toca asumir, seguiremos defendiendo nuestras ideas con más fuerza. Nuestro deber es defender a los venezolanos y su futuro. A pesar de todas las amenazas y la violencia continuamos. Tenemos el compromiso de terminar con el sufrimiento de los venezolanos.
Stalin González