#Opinión: Pobres y devaluados Por: Orlando Peñaloza

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Los apretones en Venezuela tienen rumbo fijo. Y más fijo, si cabe, desde el próximo año cuando el director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros asegura que la devaluación de la moneda es inminente ante la falta de divisas para atender al sector privado.
Estima necesario trasladar alrededor de 15% de lo que entrega la comisión de administración de divisas (CADIVI) al sector privado, al sistema de transacciones con títulos en moneda extranjera.
Ante la temida noticia y el nuevo ajuste de cuentas, reconoce que la devaluación tiene un efecto inflacionario y por lo tanto impactará en la capacidad de compra de los consumidores.
En cuanto a la inflación para este año, estima que podría cerrar en 18%, mientras que en el 2013 estaría por el orden del 26%. Sin duda, un nuevo agujero en nuestro maltrecho cinturón.
De concretarse esta profecía, también quedaría devaluada la voz del Presidente de la República Hugo Chávez cuando en su boca vibre la verdad bolivariana sobre la pobreza en el país que hizo suyo hace 13 años.
Ese día, no habrá duda de que quienes asistan al acto, se lleven un palmo de narices cuando el predicador de Miraflores les diga que también serán castigados por el rayo de la devaluación. Claro, que la mayoría de los venezolanos no ganamos el sueldo de ellos. Eso, sin saber por ahora, qué otras cosas, igual de terribles y sombrías nos oculta en estos días aciagos, y ni qué decir sobre el futuro peliagudo que nos espera a la vuelta de la esquina.
No obstante, propugnado a diario por el Presidente y sus ministros, el Estado comunal y socialista es el rumbo «irreversible» tomado desde su triunfo  en las elecciones del 7 de octubre. ¿Será esta la manera de frenar la corrupción, o multiplicarla?
Es decir, para toda la población chavista no habrá crisis pues estará vinculada hasta el 2019, al término del tercer mandato del presidente, a un consejo comunal y viva para entonces en «subsistemas de comunas socialistas», como una forma de asegurar a base de la renta petrolera la «lealtad política» de estos consejos, que en épocas electorales se movilizan por el voto y en muchos casos reciben cursos sobre la «revolución».
Los consejos comunales ya son prácticamente parte del Estado. Se organizan y a cambio de la lealtad política, consiguen que el ingreso fiscal petrolero pase por allí y puedan satisfacer  necesidades como un asistencialismo más sofisticado. La ley de los consejos comunales, donde las decisiones se toman en asamblea, determina que éstos son instrumentos para la construcción del socialismo.
Pero los venezolanos, a quienes nos afecta la crisis de la devaluación, no protegidos con la renta petrolera al no haber votado por este gobierno, tenemos que continuar luchando para detener la corrupción que seguirá campeando en medio de la crisis.
Aún con un cinturón ajustado insistamos en que se haga justicia, en que paguen por sus acciones para que tengan miedo de robar y jamás vuelva a ocurrir en la historia de este país.
Ya basta de que las escuelas estén cayéndose, de que las calles no existan, de que la inseguridad cada día sea peor, de que la basura esté por todas partes, de que no existan áreas verdes en nuestros parques, de que las compañías se estén yendo, de que haya escases de comida, de que nuestro dinero sea regalado a manos llenas cuando aquí no vale nada en
medio de tanta miseria, de que gastemos comprando armas cuando la verdadera guerra está en nuestras ciudades. La verdadera revolución es la que termina con la putrefacción. No aceptemos excusas. Que haya consecuencias graves para los bandidos.
Venezuela es indudablemente un país muy rico si se considera la gran disponibilidad de recursos y capacidad de producción que posee, pero pobre  porque ha quedado rezagado en el desarrollo de su nuevo modelo productivo.
Pobre cuando muchos revuelven la basura o hacen cola para obtener un plato de comida caliente en esta Venezuela asustada al borde del precipicio, y a la espera de nuevas elecciones.
Pero también hay muchísimos chavistas que siguen viviendo tan bien desde que se hicieron nuevos ricos en la revolución. Para ellos, la fiesta no ha terminado.
Mientras tanto, la mayoría de los venezolanos año tras año vamos  recortando gastos desde que empezó la crisis de la revolución. Los trabajadores de todos los sectores aseguran que comen menos fuera de casa. Se han reducido los gastos en tratamientos naturales que no financia la seguridad social. También los gastos en formación: los cursos de inglés y aquellos estudios que se realizan por el puro placer de saber. En general, todo aquello que se escapa de las necesidades básicas. No queda otra que adaptarse a los nuevos tiempos.
Por ahora, y mientas esperamos esa posible devaluación, el colchón y la almohada son las partes donde digerimos nuestras tristezas y desdichas. La habitación es el único lugar sagrado que sobrevive en el mundo. Son las 4 paredes ese pequeño espíritu que sobrevuela nuestro techo, que nos enseña a callar y a suspirar.

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