Desde el “apagón” de marzo nos sentimos peor, más vulnerables y, en consecuencia, más preocupados. Sin embargo, somos muy resistentes e indoblegables. No nos hemos acostumbrado a hacer colas, sino que tenemos que llegar a ese sufrimiento para conseguir lo que buscamos, sostiene la especialista, doctora Yorelis Acosta, investigadora de la Universidad Central de Venezuela, quien por cierto visitó Barquisimeto para observar el desenvolvimiento de la gente en su quehacer diario.
Pese a la importancia que reviste para la clase política la realización de las conversaciones entre el régimen y la oposición en Barbados, la mayoría de la población venezolana está muy interesada en su situación personal.
Así lo hace ver la Dra.Yorelis Acosta, sicóloga social e investigadora de la Universidad Central de Venezuela, al concluir su recorrido por Zulia, Mérida, Portuguesa y Lara, donde observó el desenvolvimiento de sus pobladores.
Los venezolanos han establecidos dos tiempos en su quehacer rutinario: el primero, es el de comer y sobrevivir; y el segundo, el político, que indudablemente ha pasado al segundo lugar.
¿Desde cuándo se ha operado ese cambio en el pensamiento general de la gente? La Dra. Acosta dice que el “apagón” de marzo de este año marcó un nuevo piso en el quehacer contemporáneo.
¿Cuáles son los efectos observados desde entonces?
-Que nos sentimos peor. Ahora somos más vulnerables y en consecuencia mucho más preocupados. Los miedos se van sumando y se nota un mayor deterioro del país que incide seriamente en nuestra calidad de vida y en nuestra emocionalidad.
En este sentido, indica que ahora los ciudadanos están más tristes y lo que más preocupa es resolver el pan de cada día o lo que es lo mismo: sobrevivir.
Es por ello que hay una Venezuela para decirlo en dos palabras, “echándole pierna”. Como no existe efectivo, ni transporte, tiene que caminar todos los días para realizar sus actividades. Sobre todo para acudir a su sitio de trabajo, al cual siempre llega tarde; pero, lo cumple porque su propósito es seguir adelante.
Esto se aprecia en todo el país y lo pude comprobar plenamente en Barquisimeto, donde estuve, en un recorrido que me llevó por Zulia, Mérida, Portuguesa y Lara. En todas partes la calidad de vida es la misma.
Hay un quiebre en la prestación de los servicios básicos. Difícil es vivir sin agua, sin medicinas, sin gasolina, sin gas, Se ha impuesto el caos y el racionamiento. Es terrible todo esto que está pasando. Hay mucho sufrimiento
No es que los venezolanos se hayan acostumbrado a hacer colas para conseguir lo que necesitan, sino que saben que sin pasar por ese sufrimiento no podrán conseguir nada.
¿Cómo definiría a los venezolanos ante todo lo que está sufriendo?
Como un ser muy resistente. Indoblegable. Seguimos todos trabajando. No se puede producir al cien por ciento. No existen condiciones estructurales, ni físicas, ni emocionales. Pero, seguimos resistiendo. Nos hemos fijado la prioridad de resolver lo cotidiano y lo más prioritario en la vida.
