Decoran una calle. Pero no cualquier calle.
Mientras muchos se toman una selfie bajo unos coloridos pañuelos, a pocos metros hay un edificio donde a diario la injusticia, la corrupción y la desidia, hacen fiesta en un sistema de “justicia” podrido.
Mientras unos se hacen una selfie, a pocos metros, muchos luchan por el elemental derecho a tener una partida de nacimiento, una apostilla, un título o acta registrada, que solo podrán tener luego de pagar una buena cantidad de dinero y desperdiciar horas y días de vida.
Mientras unos bonitos colores distraen tu atención, a pocos metros el acceso a la justicia es casi imposible para quien no tiene dinero o sencillamente ya no tienen bienes que vender para conseguirlo.
A pocos metros muchos delincuentes compran su libertad.
A muy pocos metros del decorado, abogados negocian con jueces y fiscales, haciendo del derecho y los trámites un negocio que beneficie a quien consiga pagar más.
Que idea tan macabra vale, venir a decorar justamente la calle frente al Edificio donde a diario la maloliente corrupción de un sistema tan podrido se sale ya por sus ventanas y miles de ciudadanos sufren constantemente la humillación de funcionarios y su abuso de poder.
Tanto así que los pocos honestos, son casi invisibles, silenciosos e impotentes para generar un cambio. A estos honestos, a estos hombres y mujeres vaya mi abrazo de admiración y deseo de que mas temprano que tarde triunfe la virtud.
Que buena coincidencia que, Couture es el apellido del pintor francés del cuadro “Los romanos de la decadencia” del cual tomé como referencia para la composición de esta fotografía y, Couture es también el apellido del abogado uruguayo autor del Decálogo del Abogado. Ese que todos estudian pero que pocos ponen en práctica cuando ejercen.
Antes de decorar una calle, prefiero que los hombres y las instituciones funcionen con dignidad y humanidad, solo así valdrá la pena que nos hagamos una selfie para mostrar con orgullo la sociedad que quizás lleguemos a ser.
Alejandro Coutinho
@alejandrocoutinho