Al igual que el resto del país, el estado Lara no solo enfrenta una insolvencia de alimentos y medicamentos, sino también debe lidiar con la escasez masiva de agua, electricidad, aseo urbano, transporte público, efectivo, internet y gasolina.
Este colapso en los servicios públicos en la región ha generado protestas diarias en los 9 municipios que integran la entidad, todos administrado por funcionarios a merced de la denominada “revolución socialista”.
La ineficiencia y negligencia por parte de los que ostentan el poder, cada día queda evidenciado. La pupila de la revolución, Carmen Meléndez, prometió durante su campaña electoral darle una mejor calidad de vida a quienes habitan en Lara, pero la famosa “esperanza” solo quedó en palabras.
Desde hace meses, incluso hasta años, a los nativos de esta región no les llega agua a su vivienda. Las autoridades regionales implementan la famosa política de “camellos”, con cronogramas que incumple y obligando a los larenses a permanecer estáticos por horas frente a cualquier grifo para saciar la sed, cocinar y hacer sus necesidades básicas.
A esta problemática se le suma el denominado “plan de administración de carga” o racionamiento eléctrico. Desde hace dos meses los larenses cenan a la luz de las velas, ante la ausencia de electricidad que se extiende, en algunas ocasiones por más de 10 horas.
Además de las protestas por escasez de agua y fallas en la electricidad, en la entidad también se han intensificado los reclamos por falta de gas domestico. Surtir una bombona por caminos regulares y no tener que pagar a revendedores, es una odisea. Las cocinas están pasando a ser un accesorio más en las viviendas y las personas han tenido que retroceder; cocinar la mayoría de las veces con leña.
Y como si no fuera tanta tragedia junta, los ciudadanos deben hacer kilométricas colas para surtir sus vehículos de combustible. Muchos se han quedado durmiendo dentro o fuera de los vehículos para poder surtirse de gasolina al momento que habiliten las estaciones de servicios.
Nervios, miedos, rabia, frustración, desesperación y angustia; cúmulos de sentimientos muestran la decepción de un estado, que por donde se mire se nota la desidia.