En el siglo XVIII se creía que la luz era instantánea; de la fuente al observador no había tiempo. Después se concluyó que la luz se movía a una velocidad determinada. En el siglo XIX, el físico británico James Clerk Maxwell, unificó las teorías de la electricidad y del magnetismo al establecer las leyes del campo electromagnético, consideró la velocidad de la luz en 300.000 Km/s. Además, predijo la existencia de ondas electromagnéticas (energía), cuya identidad fundamental con las ondas de la luz era ya, para él, indudable, debido a la velocidad de su propagación. *
Maxwell trabajaba para la electricidad y no se ocupó de confirmar aquella predicción. De modo que esa igualdad de la velocidad de la luz y de la energía generó la confusión de atribuir a la luz la velocidad de la energía. El Universo, como se sabe, está compuesto de materia y energía. La energía es un componente que no conoce el reposo; siempre está en movimiento. Si la luz tuviese una velocidad, ya la ciencia hubiera inventado un medio de conducirla y se evitaría el proceso para generarla por medio de la energía. Hubiera sido un recurso fantástico. Ha sido tan dócil la luz que acepta se consigne su generación a un filamento en el bombillo o en un tubo de gas de un fluorescente.
Los puntos de luz que por las noches se observan desde la Tierra en el espacio, corresponden a los hemisferios iluminados de los cuerpos ponderables en el espacio. Más allá de la iluminación de esos hemisferios, en torno a ellos, rige la eterna noche del espacio. Comparativamente, el hemisferio iluminado es una gigante lámpara de gas. La luz de las estrellas como el Sol no puede viajar para iluminar otros cuerpos como los planetas. Las estrellas como el Sol envían al espacio energía. En el caso de nuestro sistema, la Tierra y todos los demás planetas, mediante la energía solar se iluminan en sus propias atmósferas. De modo que la lámpara gigante de gas es las atmósferas de todos los cuerpos ponderables del sistema. Y como se comprenderá, esta realidad hecha por tierra la velocidad de la luz. De manera general, todos los cuerpos ponderables del universo, como por ejemplo, las estrellas, los planetas, satélites, etc. Generan su propia iluminación en sus atmósferas mediante las energías procedentes de las estrellas, que recorren el espacio Hasta llegar a las atmósferas e iluminarlas. En otra crónica podemos explicar cómo se produce el proceso de la iluminación.
Carlos Mujica