Cualquiera que sea el desenlace inmediato de la situación venezolana, hay un hecho cierto: este país se encuentra en “el ojo del huracán”. Esta es la expresión más usada por periodistas y analistas políticos internacionales en el momento. Y, ciertamente, la tormenta se avecina.
Hay un hecho innegable, el gobierno de Nicolás Maduro no ha sabido manejar el tema internacional. Haber dejado este asunto en manos de inexpertos diplomáticos durante años, le ha traído al régimen el saber que sus días están contados. Los dos últimos cancilleres Delcy Rodríguez y Jorge Arreaza se han dedicado en cada reunión con organismos internacionales, a insultar y agredir verbalmente a los representantes de otros países, en ocasiones, con el lenguaje más desaconsejable para un diplomático.
La dictadura de Maduro se encuentra aislada. Hoy en día los elementos de un estado no son solamente territorio, población y gobierno, existe un cuarto elemento que son las relaciones internacionales. La interdependencia económica y solidaridad internacional cada vez más se hacen indispensables por encima del principio de la soberanía.
Desde tiempos de Chávez con sus expropiaciones, insultos a jefes de Estado y de Gobierno, la construcción de un oligopolio fascista que otorga el control de industrias y comercios a los militares que apoyan el régimen y a países como Rusia, China, Irán, Turquía, Bielorrusia, Cuba, Bolivia y Nicaragua, el chavismo no solo se aisló, sino que le declaró la guerra económica a la mayoría de la comunidad internacional.
Con la violación de los más elementales derechos humanos, el empeoramiento creciente de la economía interna, la persecución a los opositores, la falta de libertad de prensa, la violación de tratados internacionales, la perdida procesos jurídicos en varias partes del mundo, el enfrentamiento a empresas multinacionales, el apoyo a grupos políticos extremistas en varios continentes, fueron conformando variables que la comunidad internacional no podía pasar por alto.
Venezuela no puede seguir en la incertidumbre. Su inestabilidad política se ha convertido incluso en un serio problema para sus países vecinos por causa de la mayor emigración que se haya visto históricamente en la América.
Todo indica que si la acción humanitaria no logra entrar a Venezuela con los envíos de alimentos y medicinas de varios países, la intervención humanitaria militar multilateral, será inminente, porque este país se encuentra en la ruina. Con una empresa petrolera venida a menos, escuelas, universidades y hospitales deteriorados, fuga de cerebros, corrupción, narcotráfico, falta de alimentos y medicinas, inflación y doble institucionalidad gubernamental un país no sale a flote.
El mundo tiene puestos sus ojos en Venezuela. La democracia occidental se ha impuesto en el planeta. Los regímenes neocomunistas han sido un fracaso. Somos una aldea global y nadie puede estar indiferente cuando se incendia la casa del vecino.
Julio Portillo