En 1993 dos jóvenes artistas venezolanos, Boris Ramírez y Harry Schuster, iniciaron con urgencia la restauración de la imagen de la Divina Pastora con la misma técnica que utilizó su creador hace doscientos años.
Sólo faltaban diecisiete días para su visita a la ciudad; su apariencia desmejorada
necesitaba un trabajo especial.
Estos jóvenes, aplicando una técnica colonial, lograron darle a los barquisimetanos la misma imagen inicial de la Pastora, el Niño Jesús y las ovejas.