#Opinión: Bicentenario del Congreso de Cadiz Por:Francisco Cañizález Verde

Las Cortes Españolas, reunidas en Cádiz desde 1810, que representaban el gobierno de la Península, a raíz del cautiverio del Rey Fernando VII, aprobaron el 18 de marzo de 1812, una Constitución Política de la Monarquía Española, promulgada por el Consejo de Regencia y aceptada por el real mandatario, prisionero de Napoleón Bonaparte esta memorable Carta Magna, en su artículo lo proclamaba: “La nación Española era la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”• como consecuencia jurídica directa, extendía toda su vigencia a España y a la comunidad hispano parlante.
Este instrumento jurídico rigió en Venezuela en dos épocas bien señaladas: 1812 a 1814 y 1820 a 1823, pero su aplicación se extendía solamente a la parte del territorio dominado por los españoles únicamente. La Constitución fue producto del denodado esfuerzo del pueblo hispano y desde el punto de vista político, sustituía la monarquía absoluta que había imperado en España, por una monarquía constitucional de régimen popular. Las provincias de ultramar podrían participar en sus organismos deliberantes.
Los sucesos acaecidos en la Península, relacionados con la sublevación del General Rafael Riego y Núñez, la Proclama del Coronel Antonio Quiroga y la jura de la Constitución Liberal de 1.812, proporcionaron ambiente adecuado, para impulsar cambios sustanciales en las políticas y relaciones de la monarquía con las colonias de ultramar. Un nuevo orden insurge en España, que se manifiesta alborozamente en el movimiento insurreccional, gracias a lo cual, variaron por completo los proyectos de la Metrópoli, para enervar por sistemático hostigamiento, las acciones de emancipación que alcanzaban plena justificación y afirmación en la conciencia colectiva.
Guiado por ese mismo pensamiento, el Pacificador Don Pablo Morillo, dirige una respetuosa exposición a la representación popular encarnada en el Soberano Congreso de Angostura y anuncia a tan alto organismo, el restablecimiento de la Constitución de 1812, sancionada en Cádiz con el voto universal representativo de ambos hemisferios y, tiene a bien “expresar que es portador de ordenes de la Monarquía Constitucional de las Españas: para entrar en un acomodamiento generoso y justo que reúna toda la familia a disfrutar de las ventajas de nuestra regeneración política”.
El Libertador, guiado por su sabia intuición oteó con diafanidad, que en esta nueva situación, quedaba sustituida la acción bélica, por un debate de ideas, un razonamiento de derechos inalienables, como bases originarias de libertad y de justicia y un reconocimiento absoluto al principio irrenunciable de soberanía nacional.
Nacía una esplendida posibilidad para suspender hostilidades y realizar los celebres Tratados de Trujillo, donde preconizan sus ideales de paz, justicia y libertad, los plenipotenciarios de Colombia y de España, que Bolívar denominó: el más bello monumento de piedad aplicado a la guerra.
A partir de aquel venturoso suceso Bolívar, se multiplica en tareas y diligencias y asume personalmente la dirección de los asuntos de la guerra y de la diplomacia, con el objetivo de consolidar la independencia y estructurar las instituciones representativas de la Republica. Escribe al Presidente del Congreso, Fernando Peñalver, a los Vice-presidentes de Venezuela y de Colombia, Carlos Soublette y Francisco de Paula Santander, respectivamente, al prócer civil el doctor Juan Germán Roscio, al General Páez y establece entendimiento y contactos con los Directores Supremos de la Republica de Chile y de Rio de la Plata, a los fines de establecer una coordinación política y militar, en resguardo de la soberanía y emancipación de estos países que forman una sola nación.
Se conforma una unidad política y surge un frente común para el reconocimiento previo de Colombia Estado libre y soberano. Luego a la llegada de los comisionados que utilizando nuevas formulas jurídicas, dieron base firme y pensamiento eterno a los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra, para humanizar la contienda entre dos Estados soberanos.
Para ufanía de los tiempos, la comunidad hispano-parlante en esta 12 Cumbre de España, rinde tributo y exalta el Bicentenario de la Constitución de Cádiz, semillero de instituciones y de ideales de emancipación y libertad que contribuyeron a afianzar la libertad y soberanía de estos pueblos de solidarios fueros, de similar tradición y de común historia.