Cada individuo es un ser único. Eso es una frase común, se dice con mucha facilidad pero a la hora de la práctica no se aplica. Sabemos que individuos de la misma edad tienen un patrón de desarrollo similar, pero sus características dependen del medio donde se desarrollaron, de las experiencias que les ha tocado vivir, la alimentación, atención, amor, para citar sólo algunas. El medio generalmente condiciona a la persona.
Por lo tanto, la carga genética que trajo en su cuerpo desplegará unas características, pero éstas son matizadas por el ambiente. Un niño puede venir al mundo con unas condiciones genéticas óptimas, un cerebro bien formado, funcionando a la perfección y luego con un nacimiento traumático puede afectarse. Si el trauma deja secuelas podría presentar una capacidad cognitiva menor, o un problema de lenguaje, entre otras. Así que hay una combinación de factores que influyen en las características y en la personalidad del niño.
Entonces, tenemos niños temerosos, inhibidos, extrovertidos, con un lenguaje excelente, o deficiente, en resumen, individuos que pueden tener la misma edad, pero que difieren en su desarrollo. Algunas veces sucede, que los padres no se percatan de las diferencias que muestran sus hijos, porque sólo ven el suyo y no se dan cuenta que su hijo no está siguiendo un patrón evolutivo que corresponde a su edad, porque no tiene un parámetro para comparar. Resulta paradójico que hablemos de comparaciones si decimos que hay una singularidad, pero hay disfuncionalidades que se deben atender temprano para que puedan solucionarse.
El pediatra debería estar atento a evaluar y determinar si el niño tiene alguna diferencia con los de su misma edad y sexo. Pero, la mayoría de profesionales se pierden en la rutina y desestiman los signos. La primera persona que debe detectar una disfunción es el pediatra. La maestra de educación inicial debe ser la segunda persona que atienda al niño y lo observe detalladamente en el área pedagógica, de tal manera que detecte alguna señal de alarma para referirlo al pediatra y que éste lo valore y lo envíe al especialista que corresponda.
Por ejemplo, si el docente se percata que el niño no tiene una atención adecuada a su edad, que se distrae mucho y lo refiere al pediatra, éste debe entender que las condiciones de un salón de clase, con 25 niños son diferentes a las de un consultorio y atender a la solicitud que hace la maestra, porque detectar a tiempo una disfunción significa que el niño tenga la posibilidad de revertir, detener o mejorar una condición que sea desfavorable. En este momento, se observan muchos niños con conductas disruptivas en el salón de clases, déficit de atención, hiperactividad, déficit cognitivo, autismo y otras disfunciones.
Entonces, el pediatra debe estar preparado para detectarlas y enviar al niño al neurólogo, psicopedagogo, terapista de lenguaje, ocupacional, o psicólogo según lo amerite y reciba la atención especializada, así como la orientación a que los padres y maestros para que los atiendan como corresponde. Por otro lado, un niño con una cualidad especial en un salón de clases, muchas veces significa una recarga de trabajo para el docente que tiene salones saturados de niños que presentan diferentes disfunciones, pero con el apoyo y la orientación de un especialista, éste podría ayudar más efectivamente al estudiante.
En este sentido, se molestan cuando se les inscribe un niño con una condición especial porque carecen de la formación adecuada y el tiempo para atenderlo máximo ahora que se está planteando una integración de Educación Especial con la regular, entonces serán más los niños especiales en aulas regulares. No sé cómo se implementará, pero es una cuestión delicada que requiere estudio. Debería cambiarse el currículo de formación docente para incluir varios cursos donde se preparen a los estudiantes en la atención de niños con disfunciones.
Por las razones enumeradas las comparaciones directas son negativas, le hacen daño al niño dado que no hay dos seres que sean idénticos aún siendo gemelos.
Pero la madre, el pediatra y la maestra si deben observar con criterios, para determinar si hay alguna anormalidad y atender pronto al niño. Aunque hay muchas variaciones entre el desarrollo de los niños, lo aconsejable es resaltarle las características positivas y no lo diferente, darles mensajes de amor así tenga alguna limitación, porque éstas son oportunidades para crecer. Si el niño tiene una discapacidad, una disfuncionalidad en algún órgano, esto representará un aprendizaje tanto para él, sus padres, y la maestra. La diferencia sólo es mental, lo que consideramos anormal, es un salto hacia otra dimensión, no podemos asegurar que lo que exhibe la mayoría es lo normal y que lo inusual es lo anormal. Todo depende de la perspectiva con la que se mire. Un niño con un síndrome, con una discapacidad es una oportunidad para crecer y es el amor lo que hace la diferencia.
#Opinión: Diferencias en el desarrollo de los niños Por: Sira Vargas Rodríguez
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