Caravana de migrantes reanuda marcha tras varias deserciones #25Oct

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La caravana de migrantes centroamericanos, muchos de ellos cargando niños o empujando cochecitos de bebé, partió el jueves al amanecer desde la localidad mexicana de Mapastepec para recorrer otro tramo de los 1.600 kilómetros que los separa de su objetivo, la frontera de Estados Unidos.

La columna se extendía por más de 800 metros cuando los migrantes salieron de la plaza del pueblo donde muchos habían pasado la noche. El municipio -de unos 45.000 habitantes- junto con iglesias y voluntarios les entregó medicamentos, agua, ropa para bebés y biberones.

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Al llegar a la carretera las familias con niños pequeños pedían donaciones y aventones hasta la siguiente parada, Pijijiapan, unos 40 kilómetros más adelante.

Melkin Claros, de 34 años, viajaba con su hijo de 7 y un sobrino adolescente. «El objetivo de todos es llegar (a Estados Unidos)», dijo y agregó que planea solicitar asilo porque las pandillas hacen imposible vivir en Honduras. «Es cierto, se arriesga la vida aquí bastante pero arriesgamos más en nuestro país”.

Poco a poco las enfermedades, el miedo y el acoso policial han mermado la caravana y en los últimos días unos cientos aceptaron la oferta del gobierno mexicano para llevarlos de vuelta a sus países.

Toda la comida, prendas viejas y medicinas que se da a los migrantes son donaciones privadas, de grupos religiosos o funcionarios locales que empatizan con ellos. El Ejecutivo mexicano no ha entregado a los migrantes ni una sola comida, baño o botella de agua, consideraciones reservadas únicamente para quienes solicitaron visas o ser deportados. Casi 1.700 personas abandonaron la caravana y pidieron asilo en México, según las autoridades.

Fuera de la ciudad de Pijijiapan, César Cabuqui repartió decenas de emparedados caseros de queso y frijoles y agua. Cabuqui, que trabaja en una tienda de quesos local, dijo que él y sus compañeros de trabajo se sintieron urgidos a ayudar después de ver pasar la masa de hombres, mujeres y niños. “Son seres humanos. Hay que hacer algo para apoyarlos».

En un punto de control migratorio en las afueras de Pijijiapan, cientos de migrantes recibieron pasajes gratuitos. Un funcionario de la Comisión de Derechos Humanos de México -que dijo que no estaba autorizado para hablar sobre el asunto y no podía dar su nombre- explicó que los migrantes pueden pasar si están en camionetas y camiones que les ofrecen viajar gratis, pero si pagan los boletos no pueden hacerlo debido a las regulaciones de los seguros de los vehículos.

En al menos una ocasión The Associated Press vio a agentes federales parar a media docena de camionetas de pasajeros y obligar a los conductores a echar a los migrantes mientras dejaban a los mexicanos a bordo. Con un calor que hace casi imposible caminar al mediodía, este tipo de tácticas podría tener consecuencias sobre la salud de los migrantes.

En Mapastepec, donde el grueso del grupo se alojó el miércoles en la noche, parecía que el tamaño de la caravana había disminuido ligeramente. Naciones Unidas estimó a principios de semana que en la marcha participaban 7.000 personas. El Ejecutivo mexicano dijo el miércoles que había “aproximadamente 3.630″ personas.

Los padres dicen que siguen caminando por el futuro de sus hijos y el miedo a lo que podría pasarles si regresan a Honduras, controlado por las pandillas violentas que fueron, a su vez, la razón por la que decidieron irse en primer lugar.

«Ellos no pueden andar solos… con peligro siempre», dijo Ludin Girón, una vendedora ambulante que recorre la complicada ruta con sus tres hijos. «Cuando ellos (las maras) miran una niña ya bonita, ya la quieren para ellos. Si ven un varón ya quieren meterlo a la droga».

Este tipo de caravanas suelen verse de forma regular, aunque a una escala menor, desde hace años, pero el presidente estadounidense Donald Trump aprovechó el fenómeno este año y lo convirtió en un llamamiento a la base republicana antes de las elecciones de mitad de término del 6 de noviembre.

El mandatario culpó a los demócratas por las leyes de migración “débiles” y afirmó, sin pruebas, que pandilleros y originarios de Medio Oriente se escondían entre la multitud. Trump reconoció más tarde que no había «ninguna prueba» de que habitantes de Medio Oriente formaran parte de la marcha, pero el miércoles advirtió en Twitter que «tenemos fronteras fuertes y nunca aceptaremos que personas ingresen ilegalmente a nuestro país».

Periodistas de la AP que vieron a multitud de hondureños, guatemaltecos, salvadoreños y nicaragüenses, pero a nadie de Oriente Medio.

Una marcha más pequeña a principios de año disminuyó notablemente a su paso por México y solo 200 migrantes llegaron a la frontera en California. Los que consiguen cruzarla enfrentan dificultades para poder quedarse en Estados Unidos: las autoridades no consideran a la pobreza y la violencia, que muchos citan como motivo para emigrar, en el proceso para solicitar asilo.

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