“Juro delante de usted; Juro por el Dios de mis padres; Juro por ellos; Juro por mi honor, y juro por la Patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español.”
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco.
Agosto 15 de 1.905.
Jamás se podía imaginar la epopeya que iba a desencadenar don Carlos Palacios y Blanco, el tutor de quien estaba destinado a ser nombrado “El Libertador”, cuando decidió, el 23 de julio de 1.795, enviar aquel niño que apenas entraba en la adolescencia, Simón Bolívar, a vivir con don Simón Rodríguez (Educador, escritor, ensayista y filósofo) porque no podía atenderlo personalmente; lo que ocasionó que el niño Simón huyera a casa de su hermana María Antonia quien ejerció su custodia temporal, hasta que Real Audiencia de Caracas resolvió el litigio y devolvió a don Carlos Palacios la custodia de Simón; quien trató de resistirse pero fue sacado a la fuerza de casa de su hermana y llevado hasta la humilde casa que habitaba don Simón Rodríguez y compartirla con otros veinte niños, vivienda que no estaba apta para ello y motivó que el niño Simón escapara de allí un par de veces y terminaba regresando por orden de los tribunales…
Luego de la muerte de su amada María Teresa, Bolívar, en Madrid, se había dedicado a la Bohemia y don Simón Rodríguez decepcionado por su actitud lo abandonó emprendiendo viaje a Roma. Allá lo siguió Bolívar y en Monte Sacro, ante su ductor pronunció las más grandes palabras de compromiso libertario hasta ahora conocidas.
Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo…
Aquel juramento del padre de la Patria debería ser cartilla realizada.
Venezuela ha soportado a la Guerra de Independencia, la Guerra de Federación, grandes y sanguinarias montoneras lideradas por esclavistas, asesinos e incendiarios de pueblos, caseríos y sabanas.
Los ciudadanos hemos sido tercos ante las desgracias y siempre nos erguimos al Sol.
Lo más grande que tiene esta “Tierra de Gracia” es el capital humano. Nos olvidamos que cuando no había aparecido el petróleo; sin créditos, fertilizantes, maquinarias, tecnología, ni apoyo técnico; cuando no existían medios de comunicación y sacábamos nuestras cosechas a lomo e ´mula, en muchos productos éramos la despensa del mundo.
Durante el periodo democrático, con el precio del barril de petróleo que no superaba los $14, siendo su media la mayor parte del tiempo de $7, se construyó la nación líder en América Latina, no sólo en infraestructuras, hospitales, ambulatorios, carreteras, autopistas, vialidad rural, puertos, aeropuertos, escuelas, liceos, universidades, ciudades con calles y avenidas modernas; electrificación, alumbrado público y hasta vendíamos electricidad a Colombia y Brasil. Se desarrollo una solida producción agropecuaria que ha soportado los ataques más despiadados que puedan existir: expropiaciones, confiscaciones, invasiones y hasta la muerte de personas que dedicaron su vida a producir alimentos, a mejorar el sistema de producción y por ende la productividad.
Bajo este esquema no se puede haber “cosechado” otra cosa que no sea la situación que estamos soportando a pesar de haber tenido los ingresos más grandes que la era republicana haya conocido.
Es motivo de honda reflexión y profunda rectificación…
¡No hay 5 malo!