Hace una semana los venezolanos nos estremecimos con la noticia de que un bebé de aproximadamente dos años había sido abandonado en un edificio de la urbanización El Marqués, en Caracas. La foto que circuló por las redes sociales mostraba al pequeño de pie dentro de una caja, sosteniendo en su mano un paquete de galletas de soda.
Como era de esperarse, las reacciones de ira no se hicieron esperar en las redes sociales: llamaron a la madre desnaturalizada, inhumana, cruel, asesina, desalmada y todos los adjetivos que caben dentro de esta categoría. La verdad es que pensar que una madre abandonó a su bebé es algo que desafía todo entendimiento.
Sin embargo, después de la primera reacción de la estupefacción me puse a pensar qué podría llevar a una madre a abandonar a un hijo. Y recordé la historia de una prima hermana de mi abuela, que adoptó a uno de los niños alemanes que trajeron durante la II Guerra Mundial. El creció con la angustia de que su madre biológica lo había dejado y no se explicaba por qué. Fue un adolescente atormentado.
Cuando se hizo adulto logró localizarla en un pequeño pueblo de la Selva Negra y para allá se fue a buscarla. Ella le explicó que si no los hubiera entregado a él y a su hermano, todos hubieran muerto de hambre. Que había sido la decisión que más le había costado en su vida, pero que los había salvado. Que todos los días se alegraba de saber que sus hijitos habían encontrado hogares lejos de ella, donde habían sido amados y protegidos. Cuando regresó era otro. Había entendido y perdonado a su madre.
¿Y si la mamá venezolana –que en estos momentos está detenida- dejó a su bebé para que tuviera la vida que ella no podía darle? Para nadie es un secreto que en los barrios pobres de nuestro país hay niños que mueren de hambre. El bebé no parece hijo de una madre desnaturalizada: está gordito, limpio, bien cuidado… Tal vez quien esté pasando hambre sea ella. ¡Cuántas madres en Venezuela no han dejado de comer para alimentar a sus hijos!
No me atrevo a juzgar a la madre. La situación es terrible desde el ángulo que se la mire. Si lo abandonó por maluca o irresponsable, es terrible. Si lo abandonó para que no muriera de hambre, es terrible también, quizás peor. No quisiera estar en su pellejo. Ésta es la Venezuela que muere cada día…