Para Ramón Hernández, 35 años, 13 de los cuales ha empleado para estar en 1.390 encuentros en la receptoría, no pasan en vano.
Su rodilla izquierda, operada en 2009, se lo recuerda de vez en cuando. El joven staff de pitcheo al que le han encargado guiar en 2012 con los Rockies de Colorado también lo hace pues, como este grupo ya ha tenido, según él, varios en su carrera.
Su vasta experiencia en las Grandes Ligas lo hace una especie de sabio y como tal, reconoce sin remordimientos que sus días de ser aquel gladiador enmascarado capaz de recibir 144 juegos en una sola temporada ya han pasado. No importa que hoy, tras dos campañas de compartir el puesto con Ryan Hannigan en los Rojos de Cincinnati, tenga nuevamente la etiqueta de titular indiscutible de la posición con los rocallosos. Hoy, su cuerpo simplemente no es el mismo.
“Yo ya tengo una edad bastante alta para hacer eso. Lo hice durante diez años. Me he preparado bastante bien, y me siento fuerte, pero después de tantos años de quechar todos los días están unas lesiones que a veces te impiden realizar lo que solías hacer. Si no aparecen esas molestias uno estaría ahí, si no, pues compartiría la posición jugando 100 o 110 jueguitos porque el cuerpo ya no es el mismo”, dijo con plena conciencia de que el segundo escenario, evidentemente es el más probable que maneja.
El sucrense fue el receptor con la cuarta mayor cantidad de partidos en esa posición entre 2000 y 2008 con 1.139 cotejos (promedio de 128 por temporada).
Pero el hecho de que tenga pleno conocimiento de sus capacidades actuales, no implica que no pueda tener una zafra soñada en su nueva novena, su quinta en catorce años de servicios en las mayores.
En primer lugar, siete criollos lo acompañan en la primavera y muy probablemente esos siete estén junto con él durante toda la temporada, caso inédito en su carrera.
“Esto aquí es como una familia. Nos reunimos en mi casa y compartimos. Nunca había tenido algo así”, dijo el criollo sonriendo.
En segundo lugar, un staff de pitcheo joven y talentoso con el cual ya ha compartido durante más de un mes se le ha antojado como un nuevo proyecto. Después de todo, los grandes maestros suelen mostrar genialidades al tiempo que acumulan años puliendo y mejorando su método.
“Toda mi vida he trabajado con muchachos jóvenes. Nunca me ha tocado estar con un grupo de lanzadores experimentados y estoy acostumbrado a que me pidan consejos. Los venezolanos que tenemos son muchachos talentosos que sólo necesitan trabajo”, comentó cual orfebre hablando de tres piedras preciosas (Jhoulys Chacín, Edgmer Escalona y Guillermo Moscoso) que ya ha empezado a pulir y apartando ya a un producto más que terminado como Rafael Betancourt, su amigo de infancia.