Cada capítulo es un puñado de tierra de un poquito de todo que transporta el autor de “Desde aquí…”semana a semana, siguiendo el consejo de Confucio, con lo que pretende hacer su propia montaña.
La vida está llena de horizontes ilimitados, algo rueda del cielo cada día y nos complace.
Todos deseamos ser felices, sentimiento innato en cada ser humano, somos obra del entusiasmo y del amor, como tal somos amor, vida, alegría, coraje, pasión.
Nunca se cansa el hombre de desear algo que lo satisfaga y haga feliz; se transporta y lucha porque necesita cosas que no posee y que le hacen falta para sobrevivir. Sentirse feliz, pleno y satisfecho, por sí solo produce el deseo y ganas de vivir. En resumidas cuentas, la verdadera felicidad es aquella que nos permite practicarla. La finalidad de la vida no estriba solo en la sobrevivencia, si la vida fuera en sí misma solo un fin, no tendría sentido. Cada ser humano se desenvuelve dentro de una sucesión de ciclos y cambios que le ayudan a crecer y a evolucionar. Lo que crece prospera, lo que no evoluciona se estanca.
Todo lo que nos ocurre gradualmente: Crecer, estudiar, casarse, la llegada de los hijos, perder o lograr un trabajo nos afecta. En el transcurso de nuestra vida aparecen momentos de crisis, rupturas y cambios. No solo esto es previsible sino deseable, pues es la única manera que tenemos de madurar y salir del círculo del estancamiento. Hay cosas que se hacen en conjunto como hay las que cada uno quiere hacer individualmente.
Tenemos derecho a tener un espacio que sea respetado, ese metro cuadrado en el que somos reyes en todo lo que decidamos hacer, tenemos derecho a crecer y realizarnos.
Cuando hacer siempre lo mismo sustituye la comunicación, lo que ha sido deja de ser. Los peores enemigos de una pareja son la rutina, el desencanto, el aburrimiento, la aparición de una tercera persona, el vacío, la apatía y pérdida del cariño. Amor, confianza, compartir, diversión, responsabilidad y respeto son los mejores ingredientes con que cuenta una pareja para mantenerse unida y feliz.
La tecnología actual sin duda un adelanto beneficioso para la humanidad, es también el gran enemigo de la familia. Es indiscutible que gracias a ella la comunicación familiar se va perdiendo, gana terreno la tecnología, el televisor, la computadora, los celulares y los ruidos del mundo entre otros.
La familia se va perdiendo dentro de su propio terreno, se enfría el sentimiento, desaparece el compartir, las alegrías y también las palabras. Hasta el lazo más fuerte sufre los embates del descuido y preferencias superfluas. Esto afecta a todo el conjunto familiar. Descuidar este lazo de unión y felicidad es perder la tranquilidad, es arrasar con todo lo que se edificó con amor. A nadie le gusta fracasar, aunque a veces es mejor una retirada a tiempo que una eterna indecisión.
“La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos casas más grandes pero no por eso mejores, casas más lindas pero hogares rotos, autopistas más anchas pero puntos de vista más estrechos, hemos multiplicado nuestras posesiones pero hemos reducido nuestros valores, hemos aumentado la cantidad pero no la calidad, llegan dos sueldos a la casa pero aumentan los divorcios, despilfarramos demasiado, reímos muy poco” (George Carlin).