En Venezuela, casi es imposible viajar a otros estados ante la falta de efectivo circulante. Los 15 mil bolívares que da un cajero automático de un mismo banco es insuficiente en comparación con el dinero que se requiere para ir a Caracas desde Barquisimeto (o viceversa), en cuyos terminales se manejan tarifas que distan mucho de lo establecido en Gaceta Oficial.
Si viaja de Caracas a Barquisimeto, necesita al menos 2.000.000 bolívares en efectivo para poder llegar a su destino. En el Terminal de la Bandera al menos cuatro personas participan en un acto irregular con el que cobran, según sus informantes, lo justo en comparación a la hiperinflación.
A la ciudad crepuscular, un domingo, no hay pasaje en taquillas, pero de repente llega una persona (jóvenes en su mayoría), ofreciendo un autobús exclusivo y directo (pero es mentira, porque hace paradas en Valencia, Yaritagua, Chivacoa). Él es quien se encarga se guiar hasta el andén donde está el vehículo. Sin embargo, la amabilidad con la que traslada el equipaje, surte otro efecto, cuando en medio del pequeño recorrido por los pasillos del terminal te indica: «Le voy a hablar claro, como no hay pasajes, de los 2 millones de bolívares, 500 son para mí. Yo me encargo de hablar con el chofer para que te deje montar». Y en efecto, eso ocurre. Disimula que desconoce al conductor y negocia el traslado del pasajero. Hasta ahí es su labor. Los usuarios no tienen otra opción más que seguirle el juego.
«Eso siempre ocurre. viajo todos los fines de semana porque mi abuelo con la pensión me da el efectivo. De lo contrario, debo comprarlo», comentó Luisana González, quien viaja con frecuencia a la capital del país.
El colector indica que se debe esperar la llegaba del resto de los pasajeros. Pasa entre una a dos horas mientras se»llena» el autobús. Una vez adentro, la encargada de realizar la lista, procede a anotar nombre por nombre. Es un control necesario que debe ser autorizado para poder salir del terminal.
De repente, aparece un señor. Intenta ser lo más honesto posible. No se identifica, pero dice a los presentes: «Saludos. Todos sabemos cómo está la situación en Venezuela. Por Gaceta Oficial, el pasaje Caracas-Barquisimeto es de 600.000 bolívares, pero eso no se compara con todos los gastos que tienen los transportistas. Al salir, es posible que funcionarios de la policía pregunten si estamos cobrando lo justo, a lo que deben responder que sí, porque sino, nos multan o no nos dejan salir. Y todos quieren irse, ¿verdad?». El usuario no tiene más qué decir, solo contar los 2.000.000 de bolívares y pagar. Aunque, si es transferencia se pagan 6.000.000 de bolívares.
Después de 20 minutos, el colector, ante la mirada indiferente y cómplice del conductor, inicia su trabajo, con felicidad y hasta con malas caras porque hay quienes no tiene el dinero completo.
Se hace el desentendido y cuenta billete por billete… incluso, los de baja denominación. «Si no lo hacemos, no podemos comprar los repuestos», dice el conductor.
Pero el negocio allí no termina, el efectivo que se obtiene por pasaje, es revendido al 400 %, lo que significa que aquello perdido por pasajeros que tenían el dinero incompleto, lo recuperan de forma casi inmediata a través de transferencias.
Situaciones como estas son frecuentes cuando no existe supervisión alguna por parte de alguna autoridad competentes. Usuarios están alarmados porque no saben cómo será el negocio luego de la implementación del cono monetario.