Los niños tailandeses rescatados de una cueva inundada salieron buceando, a veces totalmente a oscuras por media hora. En algunos lugares, fueron conectados a cables y bucearon en fila bajo cuevas rocosas, dijo un líder del contingente estadounidense involucrado en la operación, la cual calificó de «rescate irrepetible».
Derek Anderson, de 32 años, especialista en rescates de la Fuerza Aérea de Estados Unidos asignado en Okinawa, Japón, dijo que la docena de niños de entre 11 y 16 años y su entrenador fueron «increíblemente fuertes». Ellos quedaron atrapados en la cueva durante más de dos semanas antes de ser rescatados en los días recientes.
«Lo que es realmente importante es que el entrenador y los chicos se unieron y hablaron sobre la necesidad de ser fuertes, tener la voluntad de vivir, tener la voluntad de sobrevivir», dijo Anderson a The Associated Pres en una entrevista el miércoles.
El equipo estadounidense entendió realmente la escala del desafío que enfrentaban los socorristas de Tailandia, Gran Bretaña, Australia y otros países cuando llegó a la cueva en el norte de Tailandia en las primeras horas del 28 de junio, bajo una lluvia pertinaz. El gobierno tailandés había pedido la ayuda de Estados Unidos.
«La cueva estaba seca cuando nosotros llegamos y hora y media después ya se había acumulado entre 2 y 3 pies (entre 60 centímetros y un metro) de agua de lluvia y nos estaban sacando», dijo Anderson, hijo de misioneros, que nació en Syracuse, Nueva York, y creció en Ecuador.
«Eso fue al inicio de la cueva y en ese momento nos dimos cuenta de que este problema iba a ser mucho más complejo de lo que pensábamos», dijo.
La decisión de Tailandia de sacar a los niños buceando pese a que estaban débiles y no sabían bucear fue tomada cuando el clima se tornó más benévolo y esto presentó una oportunidad de rescate. Además, una operación masiva para extraer agua de la cueva había creado espacios de aire en puntos cruciales de la cueva, haciendo posible el rescate.
Por otro lado, el nivel de oxígeno estaba bajando, los chicos corrían riesgos de enfermarse y la inminencia de más aguaceros significaba que la posibilidad de que los niños sobrevivieran a largo plazo dentro de la cueva estaba disminuyendo, dijo.