El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se alista para realizar esta semana su tercer viaje a América Latina, enfocado en el deterioro de la situación humanitaria en la Venezuela. Sus visitas previas también destacaron los esfuerzos estadounidenses por aislar al gobierno de Nicolás Maduro.
«La razón por la que va a ir Pence se puede resumir en una palabra: Venezuela», comentó Brian Winter, editor en jefe de la revista Americas Quarterly. Las autoridades norteamericanas «creen que Maduro es susceptible a la presión del resto de la región y están probando cada herramienta a la mano para intentar apretarle los tornillos a Maduro».
El viaje ocurre justo cuando las relaciones entre Estados Unidos y Brasil están en un punto muerto, tal como lo está el propio Brasil. El país sudamericano se está recuperando de un escándalo de corrupción colosal, luchando por recuperarse de una recesión profunda y tratando de mirar más allá de los meses que le quedan al gobierno del presidente Michel Temer antes de las elecciones de octubre.
Temer, a quien la fiscalía ha acusado dos veces de corrupción, es el presidente menos popular de Brasil en una generación, lo que pone en duda lo que su gobierno podría hacer si es que acordaran algo con Pence. La visita además tendrá lugar justo cuando la mayoría de los brasileños estarán sumergidos en la Copa del Mundo. Brasil juega contra Serbia el miércoles.
En su próxima parada, en Ecuador, se espera que Pence también aborde las preocupaciones de Estados Unidos por Venezuela. El gobierno de la nación andina ha comenzado a distanciarse de Maduro, pero decepcionó a Washington cuando se abstuvo en una reciente votación en la Organización de Estados Americanos sobre una resolución que podría desencadenar un proceso de suspensión de Venezuela de la OEA.
El vicepresidente visitará Guatemala posteriormente, para reunirse con los afectados por una erupción volcánica y analizar ayuda.
Estados Unidos ya ha impuesto sanciones a Venezuela, pero el gobierno del presidente Donald Trump espera persuadir a Brasil y a otros países de la región para que aumenten la presión sobre el gobierno de Maduro. Maduro ganó un segundo mandato de seis años en mayo, en una elección boicoteada por los principales partidos de la oposición y ampliamente criticada por Estados Unidos y otros gobiernos.