El acelerado modo de vida que enfrentan a diario los seres humanos desencadena situaciones agobiantes.
Una persona se levanta muy temprano para ir a la oficina y, al salir a las calles de Barquisimeto, debe lidiar con el tránsito, cornetas, gritos y vehículos que avanzan muy despacio.
En el trabajo, horas de nerviosismo y esfuerzo. Al llegar a la casa, tiene que arreglar otros problemas y atender a su familia.
¿Las consecuencias? Diversas reacciones físicas y emocionales que se conocen como estrés.
Agobio definido
Existen diversas apreciaciones sobre el tema, pero entre tantas se le define como un mecanismo de defensa del organismo contra situaciones límite que nos presentan contrariedad, o cuando un sujeto recibe demandas que le resultan excesivas, comenzará a sentir ansiedad y a experimentar diversos síntomas.
El estrés es la totalidad de fenómenos que conforman la respuesta a un evento que representa un riesgo a la integridad física, según la definición utilizada por el siquiatra de niños, adolescentes y adultos Jorge Posadas Escudero, quien en lo adelante hablará de esta nueva forma de padecimiento humano.
Estrés y salud
El especialista desarrolló este caso en la Sala Alternativa del diario EL IMPULSO, bajo la ponencia Estrés y su relación con la salud, el día viernes 24 de octubre, la cual llegó al público por medio de la fusión e esfuerzos entre la Fundación Juan Carmona, la Fundación Sociedad Amigos de Barquisimeto (Fundasab) y el Rotary Barquisimeto, instituciones que dan vida al Aula Abierta al Ciudadano.
Posadas establece que el estrés es la respuesta biológica de un organismo a una situación adversa o cambio. Indicó que todo organismo viviente sufre estrés cuando se desequilibra por el propio proceso de la vida. Para que se concreten transformaciones fisiológicas y psíquicas en la persona es necesario que las situaciones y el ambiente cambien para adaptarse, puntualizó.
Ese desequilibrio e inestabilidad altera a la persona para que se acerque a ese cambio al que ha sobrevivido, y una vez que se adapte se estabiliza hasta que llegue otra situación, dijo.
Pasa por el cerebro
En el cerebro hay una gran cantidad de células que está trabajando de manera constante para que el organismo funcione en su totalidad.
Todas las células están en permanente comunicación y varias agrupadas en núcleos o conglomerados, garantizando la comunicación para que lleguen los mensajes.
Acotó que las informaciones se conectan con esos núcleos del cerebro y captan la información, uno particularmente importante llamado amígdala y la envía al exterior para que el organismo identifique lo que está ocurriendo.
Posteriormente pasa esa información a otros núcleos y de vuelta al centro de la corteza cerebral para que salga reorganizada de la caja craneana al cuerpo entero, produciéndose entonces una serie de cambios glandulares, como la activación de la glándula suprarrenal, ubicada en la porción superior del riñón, la cual produce la hormona cortisol que prepara a la persona para que enfrente la situación que le ha producido estrés.
Indicó que el cortisol resulta dañino cuando la señal de alarma se mantiene, es decir, cuando el estrés pasa a ser crónico.
Elementos condicionantes
El especialista dibujó cómo llega ese tipo de estrés utilizando el refrán criollo: el que es picado de culebra corre cuando ve bejuco.
Detalló que la comparación es válida porque el individuo queda condicionado a un estímulo al equivocar la señal, buscando peligro donde no existe y mantiene su reacción de alarma, entonces aumenta la frecuencia cardíaca, se activan las glándulas sudoríparas y el aparato músculo esquelético, así como la producción de glucosa.
Sobrevienen entonces muchísimas alteraciones psíquicas y físicas por la excesiva secreción de cortisol, como depresión, hipertensión arterial, ansiedad, inmunosupresión, resistencia a la insulina, dislipidemia, cuagulopatías, artereoesclerosis, enfermedades cardiovasculares, a lo cual se agrega, a largo plazo, daño irreversible en la corteza pre-frontal, en la amígdala y en el hopicampo, con la subsiguiente reducción de la plasticidad neuronal, pérdida del árbol dendrítico y la disminución del grosor cortical, precisó.
“El estrés es parte de la vida diaria. Lo que cambia es cómo manejarlo”, afirmó. Manifestó que una de las principales consecuencias del estrés son la ansiedad, la depresión y las enfermedades cardiovasculares, entre éstas el infarto al miocardio como primera causa de muerte en el mundo.
Buen manejo
Jorge Posadas Escudero recomendó, para tratar el estrés, que la persona identifique el problema de forma correcta y encuentre la posible solución.
Los métodos de terapia congnitivo-conductual se usan cada vez más para ayudar a las personas a tener un mejor manejo de ese asunto. Esos métodos de tratamiento tienen por base la noción de que el avalúo congnitivo de los eventos estresantes y los esfuerzos para hacerle frente a este problema y juegan un papel fundamental en la determinación de la respuesta que se pueda obtener.
El abordaje terapéutico mediante los recursos que ofrece la terapia congnitivo-conductual del estrés tiene tres objetivos básicos.
El primero ayuda a las personas a hacerse cada vez más conscientes acerca de sus propios criterios de sus eventos estresantes.
El segundo educa a las personas sobre cómo determinar la causa que desencadena el estrés y cómo puede influir negativamente en sus respuestas emocionales y conductuales, con miras a ayudarlos a desarrollar nuevas habilidades para cambiar esos criterios.
Y el tercero enseña a esas personas a desarrollar y mantener en uso una variedad de recursos para el manejo efectivo del estrés.
La resiliencia revierte el estrés
Durante la ponencia, Posadas dijo que este término engloba la descripción de los procesos psicológicos que sirven a un organismo viviente para controlar el estrés, revertir la serie de modificaciones funcionales que el estrés acarrea, y continuar avanzando en el proceso de crecimiento emocional y conductual. Los cambios funcionales ocurren en varios circuitos de neuronas y de áreas de aferencia, en donde son incluidos por mensajeros especializados (neurotrasmisores, neuropéptidos, neurohormonas…) que promueven el manejo adecuado de situaciones que generan ansiedad y miedo.
Todo esto va seguido de la tan necesaria resolución de conflictos y de la preservación de la reactividad emocional normal para un desempeño social sano.
Los estudios recientes sobre este tema han abierto la vía de la comprensión de los procesos biológicos asociados con la resiliencia, en particular la influencia que la genética tiene en la organización de la respuesta neurológica, para que condicionen las respuestas conductuales. Así, al examinar la diferencia de la respuesta al estrés que dan diferentes sistemas fenotípicos, como las de los sistemas neuroendocrino y neuroquímico, se crean las bases para darle forma a un modelo de resiliencia más integrado.
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