Inteligencia, alegría, humildad y espontaneidad fueron algunas de las muchas cualidades que mostró el médico internista Carlos Zapata durante el desayuno foro del Diario EL IMPULSO.
Nació el 22 de abril de 1925 y fue sólo hace unos meses cuando decidió retirarse del ejercicio médico, por la petición de su esposa, la señora Rafaelina Rotundo de Zapata, de nacionalidad italiana, quien llegó a Venezuela con su familia después de la II Guerra Mundial, cuando contaba con unos 10 años de edad.
Con ella procreó 12 hijos, seis varones y seis hembras, y de sus nietos sólo unose inclinó por la rama médica.
Para el doctor Zapata, a pesar de haber “colgado su bata”, su corazón palpita con mayor fuerza cuando habla de su pasión: la medicina, rama profesional que por circunstancias particulares se instaló en su vida de manera fortuita.
“Tenía 17 años cuando fui a Caracas para inscribirme en el pre-universitario que era obligatorio en esa época. Sin embargo no sabía qué iba a estudiar”, contó el doctor Zapata.
En esa oportunidad lo acompañó el músico larense Cecilio Acosta, gran amigo de su padre, porque por la edad del doctor Zapata no podía inscribirse sin un representante.
“Recuerdo que la secretaria era muy repugnante, y me preguntó: ¿En cuál se va a inscribir? No sabía qué hacer y le pedí que escribiera en dos papelitos diferentes “Ingeniería” y “Medicina”, luego los metí en el bolsillo y le pedí a ella que sacara uno”, contó entre carcajadas esta anécdota que marcó el rumbo de su vida.
“Lo que más añoro de estar en el consultorio es conversar con mis pacientes”, dijo con nostalgia.
Médico de la cárcel
Su amor a la profesión comenzó cuando entró a los hospitales, en un primer momento al Hospital Vargas de Caracas, donde se formó con excelentes tutores y a su vez enseñó a noveles estudiantes.
Cuando Marcos Pérez Jiménez cerró el Hospital Vargas se vino a Barquisimeto, donde acompañó a sus padres hasta que fue contratatado como el “médico de la cárcel de la 13”.
En la misma época comenzó a trabajar en un consultorio en la Policlínica de Barquisimeto, que estaba ubicada cerca del Edificio Nacional.
“Allí compartía el consultorio del doctor Humberto Campins, donde además trabajaban médicos como Agustín Zubillaga, Rafael Cordero Moreno, Carlos Zubillaga y Oscar Veracoechea, entre otros”, dijo.
Obras emblemáticas
Llegar a ser gobernador no era un sueño para el doctor Zapata, quien militaba en el partido Copei.
Sin embargo, por la amistad que lo unía a Luis Herrera Campins desde la infancia, no pudo negarse a la solicitud que le hiciera cuando llegó a la Presidencia de Venezuela.
“Lo evité por un tiempo, hasta que lo fuimos a visitar un grupo de personas desde Barquisimeto y allí me dijo: necesito que seas gobernador de Lara”, recordó.
Y así lo hizo entre los años 1978-1981, período en el cual dejó obras emblemáticas que aún se mantienen, sobre todo en la parte deportiva.
“Luis Herrera me dijo que se harían los Juegos Bolivarianos aquí, y se necesitaba la infraestrutura para ello. Con pocos recursos y un buen administrador, el ahora rector de la UCLA Francesco Leone, logramos hacer lo previsto y más”, declaró.
Entre ellas destacan el Domo Bolivariano, las Piscinas Bolivarianas, y también fueron remodelados los estadios Antonio Herrera Gutiérrez, Farid Richa y el Daniel “Chino” Canónico, entre otras construcciones deportivas.
No hay generación espontánea
Un hecho que lo satisface fue haber apoyado durante su gestión a las orquestas juveniles del estado Lara en su incorporación a la Fundación del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (Fesnojiv) creada por José Antonio Abreu.
“Por eso, como concluyó Pasteur en sus estudios científicos, no existe generación espontánea. Todos los talentos actuales vienen gracias a un trabajo de muchas personas que poco a poco hicieron que este sistema esté en el sitial”, expresó Zapata.
Inclusive, en una oportunidad fue invitado para la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño para un homenaje por parte del Sistema Nacional de Orquestas.
“Me sentía como cucaracha en baile de gallina, porque fuimos tres homenajeados. Los otros dos fueron Alirio Díaz y Antonio Lauro, grandes talentos musicales del país”, contó Zapata.
Entre otras anécdotas, risas y recuerdos, la tertulia matutina se transformó en una amena conversación con un hombre que ha logrado entrar en el corazón de quienes han tenido la suerte de conocerlo.
Fotos: Ángel Zambrano