Hace tiempo escuchamos a un comentarista de fútbol internacional esbozar una explicación aproximativa sobre la derrota por goleada del equipo de sus simpatías en el marco de su propia amargura, es decir, tratar de dar un razonamiento a un hecho imposible de aclarar.
El comentarista de marras señalaba que la lastimosa derrota de su equipo se debía al tipo o modelo de partido que se había perdido porque no es lo mismo perder un juego válido para un largo torneo de liga, donde en el peor de los casos le restan todavía varios partidos por disputar y se pueden rescatar los puntos perdidos y se puede recomponer el equipo de los efectos negativos de la derrota y que, por lo tanto y en su defecto, no es lo mismo perder un partido en un torneo pautado a seis juegos como el formato de grupos de la Copa Libertadores de América, donde cada triunfo y cada derrota tienen un peso determinante y casi siempre concluyente, incluidas algunas resurrecciones cuando todo parecía liquidado, caso Monagas o cuando “alguien apagó la luz” caso Universidad de Chile conjunto que perdió sus dos últimos encuentros con goleadas de escándalo con once goles en contra pero con posibilidades de recuperar la primera casilla cuando faltan dos partidos de los seis. Nos remitimos al invento interpretativo del mencionado comentarista para otorgárselo al triunfo de Deportivo Lara sobre Millonarios de Colombia el partes pasado en el estadio Metropolitano(2-1) que lo dejó ubicado en la segunda casilla del grupo acariciando la ilusión de un boleto a la segunda ronda y a la espera de la definición del juego Corinthians-Independiente la próxima semana, para calcular la definición aritmética y el crecimiento de la ilusión de alcanzar la segunda ronda del torneo por parte del Deportivo Lara. El cuadro crepuscular se enfrentó a la posibilidad de quedar al borde de la eliminación si el resultado ante Millonarios era adverso, mientras que Millonarios enfrentó la misma posibilidad pero empinado en el optimismo de su triunfo en Bogotá. Era una ventaja anímica muy válida. El fútbol da para eso y mucho más.
La lógica no existe en los juegos del balompié y quien intente pronosticar corre el riesgo impactar contra un muro. La verdad es que Deportivo Lara estuvo a punto de devolver las atenciones goleadoras de Bogotá en Barquisimeto. Rondó esa realidad con el lance de Reyes solitario frente a Fariñez para el 2 por 0 y el remate de cabeza de Andreutti contra el vertical para el 4 por 0.Reyes la voló en la definición mano a mano y el vertical caprichoso la devolvió en el remate a quemarropa de Andreutti. El juego nos dejó la sensación de que las actitudes de los dos equipos fueron diferentes. Mientras Deportivo Lara lo asumió como un compromiso de superviviencia, Millonarios lo sumió como un partido manejable y elástico. Sin embargo al final del encuentro la sensación fue al contrario. Millonarios lo asumió como un compromiso de supervivencia y Deportivo Lara como un partido manejable y elástico.
El fútbol es maravilloso, quizás la antropología pueda explicar este cambio de conducta deportiva desde lo social. Por ahora nos conformamos con recordar lo sucedido dentro del terreno de juego. Deportivo Lara planteó el partido desde el vértigo y Millonarios se quedó sin explicación quizás basado en la referencia reciente de Bogotá, donde Deportivo Lara lució paralizado y sin reacción. No tuvo explicación cuando la bujía de Carlos Sierra se prendió para no apagarse más. Esa chispa de combustión permanente no tuvo solución en Millonarios y pagaron las consecuencias con dos goles y una antología que intentó en el segundo tiempo, la cual falló porque se quedó sin ángulo para el remate final, si, aquella jugada, donde puso la sobremarcha y después la mocha para descontar a Fariñez en los últimos diez metros de la cancha junto al vertical izquierdo, cuando Millonarios ya tenía tiempo en condición de sobreviviente y Deportivo Lara se movía con la elasticidad de Carlos Sierra.
La metamorfosis de Millonarios fue evidente cuando, además de Sierra chocaron con la presencia martirizante de Adreutti por todas partes. Andreutti marcó, anticipó, recuperó y martirizó toda presencia rival que encontró a su paso. Es posible que algunos jugadores de Millonarios se hubiesen preguntado sí Andreutti jugó en Bogotá, es posible que algunos no lo recordaron porque su actuación en ese encuentro fue tan discreta que se puede calificar de invisible.
Andreutti fue otro problema sin solución para Millonarios. Sierra y Andreutti fueron los pilares, donde se levantó el triunfo inobjetable de Deportivo Lara. La retaguardia tuvo mucho merito en la aplicación del orden, la cobertura y la marca y la seguridad de Curiel en los palos. Especial actuación del juvenil Anzola, quien reapareció en este difícil compromiso.
La dirección técnica confió en sus capacidades para controlar la zona más difícil y atrevida de Millonarios con los veloces Salazar, Quiñonez y la llegada del goleador Del Valle. Anzola confirmó su clase de selección nacional. Las pinceladas de calidad que regala Pedro Ramírez deben ser capitalizadas por sus compañeros en el sentido de permanecer atentos a esos inventos de Ramírez, por ahora, puras pinceladas de su talento, esperamos más. Soto es una correa en movimiento sin fin, es un sufrir el muchacho, para los rivales, claro. Tenemos derecho a la ilusión de la siguiente ronda. El elenco roji-negro lo hizo posible. Corinthians viene en Mayo y allí estaremos. No conocemos el resultado pero ojalá ayer sábado el Depor hubiese triunfado frente a Puerto Cabello en el torneo doméstico.