El Domingo de Ramos recordamos la entrada de Cristo a Jerusalén

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El Domingo de Ramos comienza la Semana Mayor con la entrada de Jesucristo a Jerusalén, celebración para la cual los cristianos católicos llevan palmas o ramos de olivo en sus manos como signo de Cristo en la cruz quien triunfó como Rey. 

El Evangelio de San Mateo, capítulo 21, versículos del uno al 21, narra ampliamente este suceso.

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La procesión y bendición de ramos, se hace con el fin de celebrar la alegría de un pueblo que reconoció al Mesías esperado.

 

Misterio Pascual

Esta celebración tiene las dos caras del misterio pascual: la vida o el triunfo de Jesús, mediante la procesión de ramos en honor a Jesús (herencia de la liturgia de Jerusalén), y la muerte o el aparente fracaso a través de la lectura de la pasión de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) herencia de la liturgia de Roma.

 

Ciudad de la paz

Etimológicamente “Jerusalén” significa en hebreo ciudad de la paz; es el centro espiritual de Israel, la ciudad santa. Es el lugar sagrado para los judíos por ser  la capital del templo y de su historia. En tiempos de Jesús, Herodes el Grande dotó a Jerusalén de murallas, fortalezas y un nuevo templo. Era la sede de sanedrín, órgano que regía los destinos de pueblo. En las grandes fiestas peregrinaban a Jerusalén miles de judíos.

Jesús entra a Jerusalén montando en un asno, cumpliendo  una profecía de Zacarías capítulo 9, versículo 9 que dice: “Alégrate, ciudad de Sión: grita de júbilo; Jerusalén; mira a tu rey que está llegando; justo, victorioso, humilde, cabalgando un burro, una cría de burra” y al llevar a cabo Jesús esta predicción se declaró implícitamente rey. El pueblo le dio la bienvenida con el grito de hosanna, que equivale a nuestro ¡viva! o ¡hurra! ¡Bendito el que viene en el nombre de Señor! (Mateo 21, 9).

Tensión entre Jesús  y las autoridades  del templo

Este gesto de Jesucristo al comenzar la pascua fue provocador debido a que se había creado hostilidad entre Jesús y las autoridades del templo y más cuando el Señor derriba la mesa de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. Todo este hecho fue tenido en cuenta para ser motivo de condena.

Liturgia  y simbología

La conmemoración de la Pasión del Señor comienza con la bendición y la procesión de los ramos que representan la llegada de Cristo a Jerusalén y son un símbolo que profetizan la entrada de nuestra participación en la gloria de Dios, pero al mismo tiempo resumen el camino del dolor de Jesús para continuar con Él hasta su vida triunfante.

Otro de los símbolos es el color rojo vivo utilizado por los sacerdotes y diáconos en la celebración: simboliza la muerte de Cristo, el mártir por excelencia, por cuanto derramó su sangre por nuestra redención.

Culminada la procesión se proclaman las lecturas referentes a la pasión de Jesús, seguida del comentario realizado por el ministro.  Al terminar la misa, los feligreses se llevan las palmas benditas a sus hogares. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Se recuerda de esta manera que al Señor se le debe dar la  bienvenida a nuestro hogar. La teóloga Isabel de Tenreiro expresa: “Con las palmas benditas proclamamos a Jesús como Rey de los cielos y tierra, sobre todo, como nuestro Rey, Dueño y Señor de nuestra vida y de nuestra voluntad. Si no es así, no tiene sentido recoger palmas”.  

Lamento de Cristo                                                                         

 El evangelista San Lucas dice que cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén lloró lamentándose que su ciudad capital no había comprendido el mensaje que traía para ella rechazando el ofrecimiento de paz y bendición, pues queda encarcelada en su propia ceguera. Sin embargo Dios respeta la libertad humana porque a nadie impone su salvación.

El Rey de reyes humilde y justo

Jesús manifestó su entrada a Jerusalén de donde más nunca saldrá. Hace su entrada entre las caravanas de los peregrinos que venían a la fiesta  de la Pascua y entre las gentes atraídas por el milagro de la resurrección de Lázaro cantan salmos e himnos.

Al Jesús mandar a buscar el asno comprendieron que aceptaba el homenaje entusiasta que el pueblo quería tributarle. Ya sabemos que Cristo rechazó toda aclamación mesiánica triunfalista, pero ahora la busca.

El burro era empleado tradicionalmente en Israel para las manifestaciones de carácter religioso, sobre  todo cuando no había sido montado antes por nadie.

El Rey de reyes, no viene montado en una carroza que se utilizaban en esa época o en un caballo indómito amaestrado para la guerra.

Viene sobre un burrito queriendo expresar que él es amigo de la paz, la humildad y la tranquilidad. La intención de devolver el burrito lo muestra como un rey justo y bondadoso.

Alegría del pueblo

El júbilo incontenible de la gente lo impulsa a hacer una alfombra con sus ramos y mantos para que pase Jesús.

De aquí se deriva la costumbre de empuñar un ramo para acompañar al Cristo el Domingo de Ramos. El evangelista  San Marcos dice que al entrar el Señor a Jerusalén el gentío exclamaba:

“Hosanna en las alturas, bendito el que viene en el nombre del Señor” La expresión Hosanna significa “sálvanos, por favor”.

 

Ilustración: Archivo

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