El próximo 1° de diciembre se cumplirá un año de la espantosa muerte de Dayan González, asesinado a golpes, torturado y maltratado sostenidamente por la amante de su madre, bajo la mirada insensible de ésta y de un círculo de cómplices a quienes no les importó el sufrimiento de un niño.
Esa es la historia que cuenta la periodista Ibéyise Pacheco en su nuevo libro, El Grito ignorado. Es el tercero en su ejercicio como escritora y el segundo de la saga que comenzó con el súper vendido Sangre en el Diván, donde relató el sórdido trasfondo del asesinato de la estudiante Roxana Gómez, a manos del psiquiatra Edmundo Chirinos.
“Yo toco temas que me llegan al alma”, afirmó “La Pacheco”, como la llama su esposo, Kiko Bautista.
Y, efectivamente, llega al alma la lectura de este libro, que resulta difícil y a la vez confortante: representa una confirmación de que, a pesar de la cotidianidad de la violencia que parece haberse instaurado en este país, aún no hemos perdido nuestra capacidad de asombro y, por lo tanto, la esperanza.
La obra, editada por Editorial Planeta, tiene apenas dos semanas en las librerías y ya se vendieron 10 mil ejemplares, resaltó Bautista en el marco de la presentación formal que tuvo lugar este miércoles en el complejo cultural Chacao.
Este fue el preámbulo para el acto de bautizo, acompañado por los artistas que componen la agrupación El Cuarteto y el cantautor Yordano quienes ofrecieron un concierto para un público al cual, a cambio, se le pidió colaborar con la organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a los niños maltratados, Cecodap. También a este fondo fue a parar lo recaudado por la venta del libro ese día.
“Me tocó ver muy de cerca el trabajo de esta organización y cómo trabajan con las uñas. Pensé que no quería hacer sólo una fiesta sino también algo bueno y donar las ganancias de este día a Cecodap”, afirmó la autora.
Reportera con ojo crítico
“Yo soy reportera, tengo alma de reportera desde que nací, y cuando ejerces este oficio vas afinando la sensibilidad”, afirmó Pacheco al explicar las razones que la llevaron a investigar los sucesos de Guanare del 1° de diciembre de 2011 y los días sucesivos.
“Evidentemente tienen que concurrir una serie de requisitos importantes desde el punto de vista noticioso para abordar un tema y este lo tenía, porque hubo un estallido social, porque fue un crimen con unas condiciones muy terribles y porque estaba reflejando una realidad muy grave del país, como es la violencia contra los niños y adolescentes. De pronto sucede de manera rutinaria y no lo asumimos como tal, con la responsabilidad de vida, y dije ¡vaya, creo que debemos profundizar sobre el tema!”
-¿Cuanto le tomó realizar la investigación y a cuáles fuentes recurrió?
La investigación la completé en 7 meses y medio. Debí recurrir a todas las fuentes, y es que el periodismo de investigación, que va más allá del diariarismo que registra los hechos sobre la marcha, te exige profundidad y total veracidad, entonces todo lo que cuentes tiene que ser comprobadamente cierto, lo que implica un gran trabajo.
En el caso del niño, debí indagar en su vida desde su nacimiento y hasta antes; toda la ruta de los hechos, el contexto familiar, amigos, dónde vivió, qué hizo, hablar con los testigos.
-Usted ha señalado que cuando trascendió públicamente el suceso se trasladó inmediatamente a Guanare. ¿Podríamos hablar entonces de una investigación paralela a la policial?
-Siempre es así con el periodismo de investigación; así lo hice con Sangre en el diván. Lo primero es evaluar, por lo tanto viajé a la capital de Portuguesa para enterarme qué había pasado y me pareció un suceso muy importante para el país.
Una mirada al espejo
-¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir con esta publicación?
-Lo más importante: tenemos que asumir una responsabilidad dolorosa que vivimos, y es que hay miles de niños maltratados frente a nuestros ojos, por eso se llama El grito ignorado. He escuchado el testimonio de personas, y lo viví con la investigación de este niño, que fueron testigos de las agresiones que sufrió, y nadie hizo nada, con excepciones, claro está. Pero el hecho es que no se activaron ni la ley, ni los organismos pertinentes, ni los testigos que podían evitar que siguiera siendo agredido y salvarlo de la muerte.
-¿Qué quiere que pase al contar esta historia?
-Que la sociedad entienda que no puede ser inerte e indiferente, o sentir miedo, porque también ocurre que a la gente le da miedo denunciar por las circunstancias que vivimos en el país, pero primero está la vida de un niño.
-Llama la atención una frase impresa en el contenido, que dice que el crimen de Dayan González es un espejo de nuestra sociedad. En su opinión, ¿se trata de una responsabilidad política o una responsabilidad social?
-Es una responsabilidad individual de los ciudadanos. No nos podemos cobijar en la excusa de que es la sociedad porque ésta es así, aunque sea verdad que vivimos en una que da señales de estar enferma. Cada ciudadano debe asumir su responsabilidad y si ve que a un niño lo maltratan tiene que llamar a la autoridad y denunciar, porque de lo contrario seremos un cúmulo de personas impávidas, indiferentes, cómodas e irresponsables que permiten que un niño sea maltratado.
Instituciones bajo la lupa
-De su presentación de los hechos queda en evidencia los cabos sueltos, y llama la atención la impunidad que ampara al hombre desconocido que abusó sexualmente del niño.
Por una formalidad la prueba de ADN no entró en las diligencias judiciales que debieron haberse hecho. Quedó esa duda, pero también quedaron otras interrogantes que duelen, porque está claro que hubo unos responsables inmediatos, pero, ¿y el entorno?, ¿y los médicos que no hicieron nada?, ¿que pasó con quienes escucharon el grito del niño y no reaccionaron?
-Queda en el aire una crítica al sistema judicial venezolano, que deja pasar hechos como éste sin castigo, a pesar de que cinco personas han sido procesadas.
-Por supuesto, hay un cuestionamiento al sistema judicial y de investigación penal, porque el hecho de que se establezca que la prueba de ADN llegó tarde y por eso no se puede comprobar, es un formalismo. Pero también nos preguntamos ¿por qué no se entregó antes?
-El juicio continúa. Hubo una sentencia inicial para dos de los acusados que admitieron los hechos, pero quedan las otras tres mujeres, quienes son las que enfrentan los delitos más severos. Yo presumo que serán condenadas con la pena máxima, en particular después del libro.
-Al leer entre líneas igualmente queda en entredicho el papel de los medios de comunicación formales como actores o propulsores del hecho social. ¿Está haciendo una crítica al periodismo actual?
-También lo toqué un poco con el caso Chirinos, porque a mí me impresionó que fui a las audiencias (de juicio) y no había ni un periodista. No estoy acusando; estoy diciendo que vivimos una realidad en la cual viene un caso tras otro y llega un momento en que para el reportero de diarismo es imposible cubrir tantas informaciones.
Por eso es tan importante el periodismo de investigación, que llega a la profundidad y necesita mucho tiempo para eso. Yo sueño conque los medios tradicionales inviertan en periodismo de investigación. Algunos lo hacen con mucha dignidad, como El Universal, la Cadena Capriles, que tiene un equipo dedicado a ello, pero en general podrían ponerle un poquito más.
Misa y orbitrek
-Esta lectura es bastante difícil de abordar, porque es muy susceptible de despertar sentimientos que van desde la tristeza a la rabia. Si para un lector es así, ¿cómo fue para usted a lo largo de toda la investigación, escritura y corrección de este libro?
-Fue muy duro. Me acerqué mucho a Dios, y me obligó a ser más espiritual, a pensar hacia adentro y entender esto como una misión, y eso me ayudó. Hubo momentos en los cuales me sentí abrumada, porque no es sólo conocer la cantidad de información que no metí, fotos dolorosísimas que tuve que ver, la autopsia… todo lo que me tocó vivir.
Es crudo pero hay que enterarse, y la gente tiene que reflexionar sobre esa verdad. A mí me duele cuando la gente, no por sentimiento sino por comodidad, prefiere evadir la mirada de esas cosas feas.
-Después de terminar este trabajo, practicó algún rito, alguna actividad que la ayudara a “desengancharse” de toda esta “mala vibra”?
-Fui a misa, y después me puse a hacer ejercicios como loca, lo que ayuda mucho. Por supuesto, estuvieron los amigos que me acompañaban cuando me sentía débil, deprimida o muy triste, cuando dudaba. Me dije: Tengo que seguir y finalmente valió la pena.
Fotos: Williams Toledo