Dedicado especialmente a mi nieto mayor Miguel Alejandro Aranguren Amaro.
Es posible que muchos de mis amados lectores por la WEB no conozcan este término. Diáspora. Es un concepto derivado de un vocablo griego que traduce “dispersión”. “Dispersión de un pueblo o comunidad humana por diversos lugares del mundo”. Su aparición en las letras y en la intelectualidad está en las SAGRADAS ESCRITURAS con la destrucción del reino de Israel, el Reino de Judá y el consecuente exilio babilónico, el cual terminó después de 70 años con la declaración de Ciro de que a los judíos exiliados se les permitiría regresar a Jerusalén.
Lo triste de este fenómeno migratorio es que ambas comunidades habían sido oportunamente advertidas por los grandes profetas de lo que iba a sucederles por su terquedad y absurda conducta contra Dios. Pero nunca quisieron obedecer las recomendaciones que había establecido para un pueblo que debía ser un testimonio viviente para la humanidad. De que tenían un Dios Todopoderoso y amoroso para Salvación de muchos.
Ese era el objetivo sagrado para su pueblo, pero siempre lo obviaron. La excelente noticia en medio de esta tragedia social, es que hubo jóvenes cautivos como Daniel, Ananías, Misael y Azarías que se mantuvieron firmes en sus convicciones religiosas basadas y sustentadas en lo que la Santa Biblia enseña. No torcieron por vana gloria personal, por comodidad o placeres momentáneos sus profundas convicciones religiosas. Su obediencia a Dios primeramente se mantuvo firme y Dios los colocó siempre, a lo largo de su estadía como inmigrantes en un país extraño, en cargos y situaciones privilegiadas y les libró de muchos males. ¿Cómo les parece?
Ahora, si bien es cierto que la acepción original del término estaba vinculado a la dispersión de los judíos fuera de su patria, puede suceder con cualquier comunidad mundial cuyos ciudadanos se ven forzados a dejar su país y por eso están repartidos por distintas naciones. Y, Venezuela, tristemente es uno de ellos en la actualidad. Las causas que llevó al pueblo de Israel a ser fundadores de la diáspora están claras, nunca cambiaron su actitud soberbia y desobediente a los ojos de Dios y por ello fueron destituidos como pueblo elegido y mandados fuera de su patria. Eso está explicado y expuesto de una manera clara y contundente en las Sagradas Escrituras.
Pero el caso de Venezuela es muy distinto. Dios le da el poder de gobernar a los hombres, a los políticos y de ellos depende el bienestar, el progreso y la alegría de sus ciudadanos. En nuestro caso, es triste y lamentable la forma tan desacertada como este gobierno ha dirigido los destinos de los venezolanos, y no se trata de posición política. Es algo visible, claro e inocultable lo que está sucediendo en nuestro país que ha llevado a los venezolanos a ser parte de una diáspora que nadie esperaba. Sobre todo, de jóvenes talentos que no ven ningún futuro en nuestra amada patria. A ellos va dedicado este artículo, porque sé, que todos, de alguna manera, buscan mejoras personales y ayuda a sus familias que quedan sufriendo las consecuencias de tanta ineptitud y corrupción.
Pero estoy absolutamente seguro, que si permanecen fieles a Dios y sus convicciones religiosas, igual que Daniel y sus compañeros, entonces el Todopoderoso los convertirá, donde quiera que se encuentren en triunfadores, serán una luz poderosa para muchos, serán “cabeza y no cola». ¡Dios me los bendiga! ¡Hasta la semana que viene por la web, Dios mediante!
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